Rosé y yo +18 (Blackpink)

Llegada accidentada

Después de las 21 horas de viaje llegamos a nuestro destino: la isla Necker. Totalmente hermosa, totalmente lujosa y totalmente privada, nadie nos vería.

Las chicas quitaron su ropa, quedándose solo con la ropa interior y se lanzaron al mar. Una chica se me acercó con una piña colada, se la acepté y le agradecí. Me quedé mirando como las niñas disfrutaban riendo y salpicándose agua entre ellas.

Desde mi llegada a Blackpink todo había sido una locura. Mi cuerpo estaba agotado, tenía varias cicatrices encima y ni hablar internamente. Recién estaba cayendo en cuenta de todo lo que había vivido. Conocí a una mujer increíble, pero también a varios enemigos.

Me senté en una reposera, desabroche algunos botones de mi camisa y puse mis lentes de sol. Podía sentir la brisa marina, junto con un leve soplido del aire. Terminé de beber mi trago y me dormí.

Sentí caer gotas en mi cara, era un beso húmedo de Rosé.

¿Estás bien? - preguntó.

Sí - respondí - solo estaba descansando, me duele el cuerpo - toqué mi hombro.

Conseguiré un doctor para que te dé analgésicos - me respondió. Asentí con una sonrisa.

Las chicas fueron al bar y ordené al personal no acercarse - me dijo desabrochando completamente mi camisa.

¿Estás segura que nadie nos verá? - le pregunté levantando una ceja. Ella asintió quitando mi cinturón y bajando mi cierre. Miró alrededor y, al no ver a nadie, se montó sobre mí. Bajé mis pantalones y ella movió su ropa interior hacia un lado.

Aaaah Rosé... - le jadeé al sentir su fruto tocar el mío - nunca me voy a cansar de esto.

Besó mi boca y me dió una leve mordida.

Acaba en mí - gimió Rosé. No lo soporté.

Terminamos entre fuerte gemidos, que hacían eco con las pequeñas olas del mar.

De un momento a otro, una fuerte tormenta tropical comenzó a azotar a la isla. Todas las chicas corriendo a sus cuartos. Con Rosé corrimos al nuestro empapadas.

Nos cambiamos de ropa y nos fuimos a dormir. Estábamos exhaustas.

Desperté a media noche con truenos y relámpagos. Sabía que Rosé les temía. La miré para saber si estaba bien y la vi de espaldas a mí tiritando y con las manos tapándose los oídos. Me levanté para ir a su lado de la cama, me agaché y acerqué mi mano a su hombro.

¿Estás bien cariño, por qué no me despertaste? - le pregunté.

No quería molestarte, sé que estás cansada - me respondió asustada.

Volví a sentir la misma puntada en el hombro. Caí al suelo con la espalda en la muralla.

¿Qué pasa, por qué estás tan pálida? - preguntó Rosé encendiendo una lámpara.

Duele - le dije agarrando mi hombro. Rosé se acercó para levantarme.

Tienes el corazón muy acelerado - me dijo tocando mi pecho - recuéstate, llamaré a  ver si hay algún médico.

Agarró el teléfono y pude escuchar como le decían que por la tormenta nadie podía ni entrar ni salir de la isla.

Vendrá alguien cuando acabe esta lluvia - me dijo preocupada - intenta relajarte cariño.