Madre Equivocada

256 40 21
                                    

De algún modo, ahora me dirigía con la directora en un elegante auto volador hacia un lugar conocido como Startalhaim.

Me encontraba inquieta y nerviosa, nunca había estado en un vehículo tan lujoso, tal vez no viajaba a través del tiempo como el de la hermana de ángel, pero sí lucía más como esos autos que usan las celebridades.

Me provocaba cierta curiosidad y sin darme cuenta, empecé a jugar con la ventana, haciéndola subir y bajar mientras el ambiente se tornaba tenso entre la directora y su hijo, el cual se encontraba en el asiento frente a nosotras.

El hijo, Mordred, fue el primero en hablarme.

—Pequeña, ¿podrías no...?

—Sigue haciendo eso, Erika, no me molesta —lo interrumpió la directora y mi instinto de supervivencia me dijo que no debía detenerme, así que seguí subiendo y bajando el vidrio tras asentir.

Mordred, por otro lado, se recargó exasperado en el asiento que se encontraba frente al nuestro.

—Entonces... ¿Ella es tu nueva aprendiz?

—Por ahora, no tienes porqué sentir celos.

—No soy un niño para sentir celos, solo me parece muy... Diferente a lo normal.

—Que no sea como tú, no significa que sea mala, al menos ella sí va a verme fuera de clases.

—Vamos, no digas eso —Mordred jalaba el cuello de su camisa, como si se sintiera asfixiado—. Tú sabes que no es tan fácil, además, tengo mucho trabajo.

—Tienes razón, ¿qué importancia tendría visitarme? Sólo soy la mujer que te dio a luz, te cambió los pañales, te enseñó a hablar, a caminar y usar magia, ¿cómo siguen las heridas que te hiciste de niño? No te molestan, ¿verdad? ¿Quién las curó o te acompañaba cuando tenías pesadillas durante las noches?

No, ¿sabes qué? Estás en lo cierto, ni siquiera tienes porqué llamarme —la directora desvió la mirada y yo me sentía cada vez más incómoda por haber quedado metida en esto.

—Madre, sabes bien que la sociedad ya no funciona así.

—Tienes razón, hace siglos debiste ser criado con las reglas de hoy.

Mordred se encogió en su asiento, las madres daban mucho miedo, pero tratando de aligerar el ambiente, volvió al tema inicial.

—No... Lo que quería decir es que normalmente eliges a personas más seguras de sí mismas, personas con auras imponentes, conquistadores natos o exploradores aguerridos, gente talentosa.

—Quizás ya me cansé de los malagradecidos —pero la directora seguía en el tema—. Además ¿Insinúas que Erika no es talentosa?

—¿Lo es?

¿Lo soy?

—¿Por qué no me lo dices? Pareces saberlo todo.

—Bueno, el talento es algo que se huele, pero en ella... No noto ni la actitud crítica ni la capacidad analítica, solo hay miedo y nerviosismo.

—Siempre te he dicho que busques más en el interior, Mordri —la directora sonrió burlona.

¿Mordri?

—Madre, ya soy un adulto, no me llames así —él estaba avergonzado, probablemente porque yo estaba escuchando todo.

—¿Por qué no, Mordri? Por mucho que crezcas siempre serás mi pequeño cuervito bebé —ella lo estaba molestando.

—¡Mamá!

Me divertía escuchar a la vez que me recordaba a mi relación con mi hermana, pero el hombre avergonzado no dejaba de mirarme.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora