Para el final de mi aprendizaje/entrenamiento con la directora, me sentía más relajada y extrañamente satisfecha, por lo que, me atreví a invitarla a comer conmigo esas tartitas de calabaza que llevé; me sorprendió mucho que aceptara, incluso preparó té, lo sería bastante agradable de no ser porque no teníamos de qué hablar.
—Y... ¿la fiesta de maestros fue buena?
—Igual que cada año.
—Entiendo...
—¿Saben rico las tartas?
—Sí, gracias.
—... —que incómodo...
Yo no dejaba de mirar a todos lados en busca de conversación, pero recordé mi razón inicial para venir.
—Cierto, me han pasado cosas extrañas desde que... desde... desde que estuve... con las chicas —supuse que debía darle toda la información para que me ayudara, pero igual era vergonzoso decirle cuando perdí la virginidad.
—¿Ya fuiste a la enfermería?
—¡No esa clase de cosas! —respondí con pena—. He visto... auras y luces, mi hermana dijo que desperté como bruja.
Ella bajó su tarta con más interés.
—¿Entonces no lo habías hecho? y tu habilidad para distinguir la magia ya era buena —se levantó de su silla y abrió un cajón de su vitrina, el mismo donde antes había guardado el cristal azul que ya no estaba, de allí tomó una tiara y de una de las puertas de vidrio, una caja llena de canicas—. En realidad, debí haber hecho esto antes.
Me colocó la tiara en la cabeza y sin dejarme ver de dónde, tomó una de las cientos de canicas de la caja.
—La tiara bloqueará un poco tus capacidades visuales, no verás auras, pero te mantendrás cerca del nivel que tenias antes de perder tu virginidad —ay... lo sabe—. Observa bien esta canica.
Me fije en ella antes de que la regresara a la caja, luego la puso frente a mí sin dejarme saber cuál era su lugar.
Todas estaban perfectamente alineadas y perfectamente separadas unas de otras, bolitas grises aparentemente sin nada de especial.
—Encuentra la que te mostré.
Observé la caja, se veían iguales y eran muchas, pero de algún modo diferentes, así que extendí mi mano y tras observar un poco, tomé una.
—¿Es esta?
La directora sonrió.
—Es esa, cada canica representa a alguien del personal de la escuela, tiene su aura y su esencia, si se oscurece, es porque algo le sucedió o no se presentó a trabajar.
No pude más que emitir un sonido de asombro.
—La canica que te mostré y luego tomaste, es la mía, muchas brujas aún en tercer año no pueden encontrar la indicada sólo así.
Fruncí el ceño y volví a mirar la caja antes de tomar otra.
—Entonces... ¿esta es de Rebecca?
—Interesante —de verdad estaba sonriendo con mucha curiosidad, era raro verla así—. ¿Cómo supiste?
—No lo sé, se ven iguales todas, pero... me dio la sensación de que así era.
—Ahora quítate la tiara y fija toda tu atención en la caja.
Asentí y observé, pero no había cambios hasta que la directora tocó mi cabeza y una explosión de color salió del recipiente.
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Transferida a una Escuela de Brujas Tomo II
פנטזיהContinuamos con las desventuras de Erika y sus amigas tras la caída de la secta de Ginebra. Veremos a nuevos personajes, nuevas situaciones tan excéntricas como solo podrían ser al estar involucradas las brujas y aventuras que pondrán a Erika en sit...