Tutoría Equivocada

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Ver a la directora vistiendo ropa casual era bastante extraño, llegué a creer que su vestimenta entallada y cabello pulcro eran parte de su personalidad, pero ahora...

Sentadas en la parte delantera de un auto, no podía dejar de verla, un sostén negro y una blusa semi transparente del mismo color con mangas largas y sueltas.

Eso y su pantalón ajustado le daban un aire de juventud y madurez muy desconcertante, sobre todo por sus gruesos muslos que parecía que lo romperían en cualquier momento.

—¿Qué tanto me ves, niña? ponte el cinturón —ella notó mi mirada, pero es que ¿cómo no verla.

Incluso su cabello normalmente peinado hacia atrás, está ligeramente acomodado de lado, cubriendo el lateral de su mejilla.

—Lo... lo siento, solo acabo de ver algunas imágenes derrumbadas en mi cabeza.

—¿Pensaste que siempre vestía como directora? no, niña, tambien tengo una vida.

Y un hermoso cuerpo...

—Entiendo... —me coloqué el cinturón de seguridad tratando de pensar en otra cosa—. No sabía que tenía auto.

—Porque no voy por allí diciéndolo, aunque usualmente siempre tengo a alguien que me lleve.

Lo que dijo tenía sentido, aunque no esperaba algo tan elegante, con asientos de piel. Incluso la apariencia era la de un auto lujoso de la tierra.

Bueno, debería ser normal considerando lo que gana con los trabajos que le piden.

Ella sonrió y encendió el auto tras ponerse el cinturón, luego arrancó, moviéndose por el campo tras la escuela antes de comenzar a volar.

—¿Es... es necesario usar cinturones si el auto vuela? —cuestioné—. No parece posible chocar contra algo.

Ella giró el volante en respuesta y el auto dio una vuelta completa en el aire, por lo que sentí como el cinturón me atrapaba.

—¿Eso te responde?

—... Ay —en realidad le gustaba manejar.

En poco tiempo pasamos a través de un portal y el paisaje boscoso bajo nosotras cambió al de un amplio mar.

—¿Dónde estamos?

—En un mar cerca de Niflhaim —respondió casualmente mientras abría su ventana y apoyaba el brazo en la puerta, dejando una mano en el volante.

Pude sentir la brisa marina y el olor a agua salada, por lo que suponiendo que era seguro, también abrí mi ventana con el botón automático.

—No me va a tirar por aquí, ¿verdad? —recordé a la abuela.

—Solo si agotas mi paciencia.

Tragué saliva en respuesta.

El mar era tan amplio que no podía ver el final; sin embargo, al asomarme por la ventana, algo llamó mi atención, decenas de enormes tentáculos que salían del agua, revelando tras ellos a una increíble criatura, tan inmensa que a pesar de que estábamos cientos de metros sobre la superficie del agua, se seguía viendo imponente.

Una capa de hueso recubría su mandíbula y la mitad de su cabeza, ojos pequeños y rojos, dos fosas nasales que parecían poder aspirarte hasta el infinito y un par de huesudas aletas que generaban maremotos.

—¿Qué es eso? —pregunté con miedo y la directora ladeó el auto para ver.

—Es leviatan, una de las grandes criaturas de Yggdrasil, este es su territorio, por eso nadie viene por aquí.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora