Guardarropa Equivocado

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Autor.

Y hola de nuevo, como dije, hackearon el sistema y forzaron un maratón.

Espero que estén felices.

Gracias por tu patrocinio, maker-00, eres grande.

Y espero que todos disfruten este capítulo, porque ahora sí, de verdad, no tendrán otro hasta el viernes, así que léanlo despacio y disfruten.

No olviden dar a la estrella desde ya y llenar la caja de comentarios.

Besos.

Amanecimos las tres en una enorme cama, de verdad enorme, ¡era tan grande como para invitar a seis chicas más y aún quedaría espacio!

No sé cómo alguien podría dormir sola en una cama así de grande, pero fue una noche como pocas; descanse, desperté muy relajada y mi única preocupación era la vergüenza que pasaría a causa de las manchas de humedad que quedaron en las esquinas de las sábanas.

Sólo miré un poco mientras me sentaba, pero ver tanta belleza...

—No puedo creer que me esté acostumbrando a esto... —me volví a tumbar y oculté la cara bajo las sábanas nuevamente por la vergüenza, pero era vergüenza de la buena.

Estaba feliz y mi rostro se sentía caliente... y mi piel suave, ¿por qué Avelin tiene tantas cosas que suavizan la piel?

Muy bien, Erika, tú puedes, hora de levantarse...

Me di valor, destapé mi cara y me senté nuevamente, el cuerpo desnudo de Avelin dándome la espalda mientras se peinaba sentada frente a un espejo enfrente de la cama, me dio los buenos días.

Volví a dejarme caer. ¡Cielos, qué hermosa! ¡¿cómo se supone que me calme así?!

Bajo las sábanas, iluminada por la tenue luz que se filtraba, los ojos brillantes de Mavis me recibieron.

—Estás muy inquieta esta mañana, linda.

—Ay, me derrito —esos ojos, amo esos ojos, ¡no hay lugar seguro!

—Hazlo aquí —sentí uno de sus delgados dedos tocando el centro de mi vagina, presionando y un leve espasmo me hizo saltar.

—No, no, no, no podemos, ya hay que levantarnos —expresé saliendo de las sábanas practicamente cayendo de un salto en el suelo.

—¿Qué te pasa hoy, Erika? —cuestionó Mavis.

—No sé, sólo lo hemos hecho muchas veces y me emociona un poco.

—Podemos emocionarte aún más —respondió gateando hacia mí con tanta cadencia qué mi corazón casi se mueve al ritmo de sus caderas.

—No creo que lo resista —respondí más nerviosa.

—Ya, sólo dame un beso —asentí y me senté a la orilla de la cama, Mavis se acercó desde atrás y me besó por un costado, nuestras lenguas se saludaron y después apretó mis pechos.

Gemí algo fuerte.

—Erika, estas... muy alegre —Avelin volteó a vernos.

—Lo siento, creo que sigo un poco en tono desde anoche —la vergüenza buena se estaba volviendo vergüenza mala.

—¿Deberíamos bajárle la emoción?

—Tal vez podamos —Mavis me agarró de los hombros y Avelin se acercó.

—Pero nos esperan.

—¿Quién? —la pregunta de Avelin fue respondida por un golpeteo en la puerta.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora