Museo Equivocado

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Autor.

¡Viernes de brujas!

¡Siiii¡

Esta vez tenemos un capítulo algo tranquilo, pero muy informativo... los que leen el hada del páramo sí pueden generar cierto coraje en esta ocasión, ya verán porqué.

Besos!

Val y yo andábamos por las calles de la gran ciudad de las bruja; Freila tenía razón, realmente no me había puesto a reparar porqué se llamaba así o qué había en ella, pero desde pasar más allá del hotel, el ambiente era muy diferente de cualquier ciudad en la tierra, del pueblo de la familia de Mavis e incluso de la ciudad fiestera a la que me llevó la directora.

Ya las calles más cercanas al coliseo, estaban adornadas con edificios de tres o cuatro pisos de altura, de colores púrpuras, dorados, azules, con orbes de mana flotando alrededor, personas con plumas hechas de energía volaban de un lugar a otro. Brujos en elegantes trajes, en túnicas, en ropas casuales; brujas con ropas sueltas, vestidos entallados o abombados.

Todo tipo de atuendos y pasaban a los lados o sobre nosotras. Daban ganas de aprender a volar.

Cuando vine con Avelin, realmente estaba tan perdida con lo de Mavis que no me puse a observar, aunque tampoco ayudó el irnos directamente a las tiendas a donde ella quería ir.

Aunque... no me desagradó, los guantes que me compró eran muy bonitos.

Val, como Domovoi, me llevaba de la mano como si tuviera miedo de perderse, no sabía que podía tener actitudes tan lindas.

—¿Estás bien? —pregunté preocupada.

—Sí, sólo no me gustan los lugares llenos de gente.

—A mí tampoco, pero... pero creo que... está bien por hoy.

Valkan asintió y dejamos el área comercial para llegar a un gran complejo, una construcción qué ocupaba toda la calle desde los lados a lo largo. Parecía un edificio europeo antiguo, incluso había farolas doradas iluminando el púrpura qué rodeaba las ventanas de madera y vidrio.

Era curioso que no se apagaran las luces aún siendo medio día. En la entrada principal había un letrero escrito con runas.

—Museo de... —mi interpretación aún era un poco lenta, pero según me dijo mi maestra una vez, todas las brujas debían saber leer runas—. No entiendo muy bien la palabra que hay entre "museo de" y "brujas".

—Museo de Ascensión de las Brujas —terminó Valkan y la miré sorprendida.

—¿Sabes leer runas?

—Por supuesto que sé, no soy una tonta.

—Ay...

De inmediato caminó hacia atrás.

—No, no quise decir... por supuesto que era una palabra complicada, incluso a las personas regulares se les puede dificultar —comenzó a explicar hablando rápido y sacudiendo las manos—. Pero... ya sabes, yo venía de una familia medianamente bien colocada y me enseñaron eso desde pequeña.

Entre sus explicaciones, chocó con un hombre que la miró con desdén.

Val, sin decir nada, giró y se inclinó a modo de disculpa. El sujeto se fue creyendo que un Domovoi se disculpó con él.

Suspiró.

—¿Quieres entrar? —pregunté.

—¿Tú quieres? —devolvió—. Yo no salgo mucho y dijimos que haríamos cosas que quisieras —cierto... me lo dijo porque no tenía idea a donde ir, curiosamente no sabía de mi plática con Mordred.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora