Ceremonia Correcta

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Autor.

Ay, último capítulo.

En serio, ya con esto termina el tomo... bueno, falta un epílogo.

¡Pero es igual!

¡Último capítulo del tomo!

Gracias, fantasma Lemon por tu donación.

¡No puedo creerlo! Pasó muy rápido.

¿Cuantos aquí están conmovidos?

Cómo sea, seguro están emocionados, así que ya no les quito más el tiempo.

Disfruten, que este capítulo los va a conmover tanto que necesitarán insulina.

Éxito, mis brujos y brujas.

Poco tiempo, ¡había poco tiempo!

Corría de un lado a otro, esquivando gente, doblando por los pasillos, subiendo escaleras, bajando.

¡Tenía poco tiempo!

Llegué a una puerta de una de las habitaciones lujosas del hotel y toqué rápido. Tenía que darme prisa.

Escuché pasos del otro lado, pasos lentos y calmados.

¡Rápido!

La puerta fue abierta.

—¿Oh? hola, hermanita —abrió Mordred, asomándose con una elegante y sedosa bata negra que... marcaba todo lo que no quería ver que se marcara—. Sigues siendo mi hermanita, ¿verdad?

No respondí, estaba muy nerviosa, tenía prisa y... ¡estaba más nerviosa ahora!

Extendí una mano con un sobre y se lo di.

—¿Para mí? —lo tomó curioso—. ¿De qué se trata?

—Mordred, regresa a la cama, enséñame más cosas —una voz de mujer se escuchó desde adentro.

Sonreí y me alejé, tenía prisa, no había tiempo y seguí corriendo, después de todo, uno de los siguientes lugares sería muy tardado.

El segundo sobre iría a la habitación de Beril, pero no estaba, nadie respondía, así que supuse que ella y Medea habían salido. Esperaba encontrarlas después, de todos modos, a Medea la vería más tarde.

Por suerte, los primeros cuatro destinatarios estaban en el mismo hotel.

La tercera puerta fue abierta.

—Erika, viniste muy temprano, ¿quieres hablar de algo? —Sunil se recargó en el marco haciendo una mirada... rara.

¿Le dolía el ojo?

Extendí su sobre.

—¿Esto es una carta de...? acepto —¿eh? bueno, me alegraba saber que contaba con él, aunque hubiera preferido que lo abriera antes.

¿Sus habilidades de brujo de artefactos le permitían saber lo que decía la carta sin abrirla?

Ay, no hay tiempo para eso, no lo hay.

Sacudí la cabeza, asentí y seguí corriendo.

La cuarta puerta ya estaba abierta. Freila usaba una playerita a las costillas y nada más, sus pezones oscuros se marcaban totalmente mientras paseaba por la sala provisional del club.

—Erika, ¿qué te trae por aquí tan temprano? —cuestionó al verme.

Di un vistazo a toda la habitación.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora