Despedida Equivocada

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Autor.

¿Otro capítulo? ¡¿Tan pronto?!

Sé que no lo esperaban, pero es cortesía de Jorge Zapata y como siempre, seguiré retribuyendo a su amabilidad.

¡Muchas gracias!

Estaba tan desconcertada que no vi cuando Valkan me tiró al piso hasta que sentí el golpe y se subió encima.

—Ahora sí, perra, dame mi varita o te juro que te mato.

—Yo... yo... ¡aquí está! —en pánico, la empujé hacia ella.

—¿Qué es esto?

—Tú varita... hice... hice un guante...

—Entonces... ¿tomaste mi varita sin permiso y la modificaste para obligarme a comprar?

—No... no es mi intención vendertela.

—¡¿Entonces a quién?!

—¡Es un regalo! —casi lloro—. Pensé que era incómodo para ti tener que sujetarla con todos esos movimientos y... y quise mejorarla.

Ella guardó silencio un momento y su ira pareció disminuir.

—¿Hiciste esto para mí?

Asentí.

—¿Por qué no me dijiste?

—Porque me das miedo.

Ella se sonrojó y suspiró antes de comenzar a revisar el guante.

—Siento... siento que es más fuerte que antes y... ay, ratoncita —su voz incluso se dulcificó—. No tienes que tener miedo, es decir, sí iba a golpearte, pero no hay necesidad de tenerme miedo.

—Yo sólo quería darte un regalo.

Ella apretó los labios.

—Y me encanta —¿eso en sus ojos eran lágrimas?—. ¿Tienes idea de lo difícil que es para mí lanzar hechizos con eso? ahora finalmente tengo una verdadera varita... es lo más lindo que han hecho por mí.

—¿Entonces te gusta? —cuestioné preocupada y aún sobre mí, ella me abrazó.

—Me encanta —un alivio, la presión había pasado.

... O eso creí.

—En este momento estoy tan feliz que quiero comerte.

—¡¿Qué?!

Ella me besó y yo agité los brazos sorprendida mientras daba débiles mordiscos a mis labios. Sus manos rodeaban mi espalda y sujetaban mi cabeza.

—Muchas gracias.

—No es... necesaria tanta... gratitud.

—Claro que sí —ella levantó su túnica y... ¡estaba desnuda debajo!—. Vamos tócame —tomó una de mis manos y la llevó a su pecho.

—No, no es nece... wow, que firme —no pude evitar apretar sorprendida, ¿cómo logras esa consistencia suave y dura?

Con mi distracción, Valkan se agachó y nuevamente me besó, aflojando mi corsé de un tirón a las cuerdas y metiendo su mano debajo de mi blusa.

Nuestras lenguas nuevamente chocaban y gemí cuando apretó mi pezon.

Era tan violenta.

Llevó su otra mano a mi entrepierna y presionó sobre las bragas. Yo no quería, pero estar con ella me hacía sentir indefensa, como si no pudiera evitar ser comida.

Transferida a una Escuela de Brujas Tomo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora