01- De un infierno a otro.

685 51 119
                                    

SE RECOMIENDA LEER RECUÉRDAME ANTES QUE INESTABLE.

Todos los cambios, aun los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía.
-Anatole France-

—Recoge tus cosas, muchacho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Recoge tus cosas, muchacho. Saldrás de aquí—. Ordenó la madre superior al abrir la puerta de una pequeña habitación. El aspecto de aquella monja revelaba que era una señora de edad avanzada; caminaba muy despacio y con la espalda encorvada, pero la vivacidad de aquellos ojos vidriosos y la forma autoritaria y grosera con la que hablaba eran algunas de las características que hacían que fuera temida.

—¿Me llevarán con los demás? ¿ya no estoy castigado? —Resultaba evidente el entusiasmo en las palabras pronunciadas por aquel niño flacucho, cuyos ojos hundidos se iluminaron por la noticia.

—No te di permiso para que hicieras preguntas—. Respondió la monja de manera cortante, ella era la directora del orfanato donde estaba Emir. Fue en busca del niño que se encontraba castigado en la habitación oscura; la estancia menos querida por los niños que vivían en aquel lugar, allí iba todo aquel que tenía un mal comportamiento según el criterio de las despiadadas monjas.

Aunque el pequeño y húmedo cuarto era conocido como la "habitación oscura" siempre permanecía iluminada por una bombilla que brillaba débilmente en el techo. El nombre hacía referencia a lo que consistía el castigo, además de estar alejado de todos; los niños que encerraban allí solo se les permitía comer y beber una vez al día y algunos, como Emir, pasaban hasta una semana encerrados sin ver la luz del sol.

Emir con solo catorce años de edad ya se encontraba muy familiarizado con la habitación. Lo castigaban todo el tiempo y la mayoría de las veces sin razón alguna. En más de una ocasión llegó a considerar que su mera existencia era razón suficiente para ser aislado.

Cuando la directora fue por él y le pidió que recogiera "sus cosas" además de feliz, Emir estaba sorprendido. Pues lo habían encerrado ese mismo día en la mañana, por lo que el castigo resultó ser inusualmente corto.

Emir era un niño obediente, aunque no fuera reconocido por ello, así que tomó a Meg¸ una vaca de peluche que lo acompañaba para dormir desde que tenía memoria, y su manta desgastada por los años, pero que apreciaba mucho.

Era veintiuno de febrero, día en que Emir cumplía años, este hecho llevó al niño a creer que tal vez la directora fue por él porque la señora misteriosa que lo visitaba cada cierto tiempo, especialmente el día de su cumpleaños, estaba allí para darle un regalo. Pero no podía estar más equivocado.

Emir caminaba a paso lento detrás de la monja que lo conducía por el amplio jardín del orfanato hacia el pabellón donde se encontraban las oficinas administrativas del lugar.

—¿Por qué vamos a su oficina? —preguntó Emir con pocas esperanzas de obtener una respuesta.

—Saldrás de aquí, deberías estar feliz—. Respondió la monja de mala gana.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora