43- La iniciación de un mafioso

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Emir sintió el peso de los brazos y las piernas de Raykel sobre su cuerpo, como si fueran cadenas que lo ataran a la cama en aquella mañana soleada. El calor de su piel desnuda lo envolvía con una sensación de ternura y deseo, pero también de incertidumbre. ¿Seguía siendo real todo lo que había ocurrido? ¿lo que le había dicho? Con cuidado, se deslizó fuera de la cama, tratando de no despertarlo.

Raykel permaneció sumido en un sueño profundo, ajeno a los ruidos de la cocina donde Emir se afanaba en preparar algo de comer con los escasos ingredientes que encontró en el refrigerador de Will. No era solo por alimentar a Owen, sino también por buscar una excusa para acercarse a él, para romper el hielo que se había formado entre los dos. Pero Owen le respondió con hostilidad, con reproches y miradas de desprecio, como era de esperar después de todo lo que Emir le había hecho pasar.  Al cabo de un tiempo, Emir lo mandó de vuelta a casa, donde seguro se sentiría más cómodo.

Owen se subió al auto que lo llevaría a la floristería sin despedirse, sin cambiar ni un ápice la opinión negativa que tenía de Emir, especialmente al verlo como seguía mostrando una insistente desconfianza en Zoé.

Unas horas mas tarde de que Owen se hubo marchado Raykel también se fue para hacerle compañía a su hermano que en ese momento estaba desesperado por encontrar una forma de volver a ver a su novio.

...

—Cerdo asqueroso, mi casa no es un motel —escupió Will con fingido enojo al llegar junto a Emir como una sombra. Vestía solo un pantalón de pijama azul con cuadros verdes que dejaba al descubierto su torso desnudo y sus pies descalzos. Las cicatrices de las quemaduras que surcaban su piel le conferían un aire de misterio y rebeldía, acentuado por sus músculos bien definidos por el ejercicio constante.

—¿Qué? ¿Me estabas espiando mientras lo hacíamos? —preguntó Emir con incredulidad y enfado, sin apartar la vista de su laptop. Estaba sentado junto a la mesa de cristal que separaba el salón de la cocina, trabajando en un informe que debía enviarle a su madre.

—Me he tocado tantas veces con los videos de las cámaras de seguridad que casi pierdo el conocimiento. Dios, eres salvaje. La forma en la que tomabas sus caderas y le dabas... —dijo Will con voz ronca y maliciosa, acercándose por detrás y rodeando el cuello de Emir con sus brazos.

—Sigue hablando —advirtió Emir y levantó la mirada, clavando sus ojos verdes en los de Will.

Will soltó una carcajada y le besó la mejilla, susurrándole al oído que solo estaba bromeando, que no tenía cámaras dentro de la casa.

Emir sintió un escalofrió debido a la cercanía de Will casi lo derribó de un golpe en las costillas.

—Aunque —susurró Will con una mueca de dolor, mientras se llevaba la mano al costado donde Emir le había dado un puñetazo—, si escuché sus gemidos cuando vine a la cocina por un vaso de agua.

—¡Will! —protestó Emir, sintiendo que el calor le subía a las mejillas.

—Ya no diré nada —prometió Will, arrebatándole la laptop de las manos con un gesto rápido—. Hazme algo de comer, sin quejas. Es el pago por dejar que usaras mi casa como motel.

Emir se puso de pie y le dio un manotazo en la nuca, fingiendo enfado, antes de ir a la cocina para prepararle un sándwich. Mientras lo hacía, pensaba en lo que había hecho en la habitación con Raykel y se preguntaba si Owen también los había oído.

...

—Por cierto, tu tía la rara quiere que se reúnan esta noche en la fábrica —anunció Will con una sonrisa maliciosa, como si acabara de recordar un detalle insignificante.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora