28- Tres días

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Tras una larga reunión, donde se expusieron varias opiniones y distintos puntos de vista, Rayden y Raykel finalmente eligieron el concepto general que llevaría la próxima colección; deseaban contar una historia a través de cada pieza, pero que en conjunto se viera como una sola, así que tomando como punto de referencia su infancia. Llevarían a la pasarela un viaje de sensaciones, de colores brillantes y matices oscuros, que representarían la verdadera cara de lo que era vivir con el peso de su nombre: niños que sonreía ante la gente y lloraban a gritos tras puestas cerradas.

Un largo e incómodo silencio reinaba en la sala de reuniones cuando todos se hubieron ido y Raykel se quedó solo con su hermano.

—Está bien, lo siento —dijo Rayden tras rendirse primero en aquel tortuoso juego de miradas.

—Solo estaba preocupado por ti —comentó Raykel—. Aún lo estoy, te conozco demasiado bien y sé que algo no anda bien.

—De acuerdo, si sucedió algo —Rayden se puso de pie y rodeó la mesa hasta pararse cerca de su hermano—. Pero no estaba listo para hablarlo, es doloroso en cierto modo.

Raykel asintió y tiró de la camisa de su hermano para que se acercara, luego lo abrazó por la cintura sin decir nada.

—Lennox continuó con eso de que está enamorada de mí, pero no es solo eso —Rayden suspiró—, hay algo muy mal en su cabeza. Se ha estado lastimando durante mucho tiempo, cuando decidí marcharme al ver que estaba perdiendo el tiempo, ella comenzó a lastimarse una vez más.

—¿Qué?

Raykel se supo de pie y miró a su hermano, atónito.

—Sí, fue horrible de ver. Cuando tía Marianne por fin logró detenerla, tío Yaron llegó y dijo que lo mejor era buscar ayuda profesional, así que decidieron enviarla al extranjero. Siento que es mi culpa.

—No, un enamoramiento no correspondido no puede ser la única causa de un comportamiento como ese, debe haber algo más detrás. No es tu culpa Ray.

—No lo sé, tal vez si fuera un mejor amigo...

Raykel levantó la mano y con un gesto detuvo las palabras de su hermano.

—Para con eso, no es tu culpa.

—Soy un detonante de desgracias para quienes me rodean.

A veces, cuando las circunstancias de lo que nos rodea no coincide con la estabilidad y el bienestar que esperamos tener, solemos creer que es nuestra culpa, que somos causa y efecto de todo cuanto nos acorrala, pero las personas, y el mundo en general, es mucho más complejo. No es responsabilidad de un solo individuo y cuando entendemos eso la carga se vuelve menos pesada. Pero Rayden no era consciente, por lo que siempre llevó su carga y la de los demás, conduciéndolo esto poco a poco a un aislamiento donde el miedo era su única compañía.

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InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora