Will
Recuerdo la primera vez que crucé el umbral de mi nuevo hogar, la emoción me embargaba de una manera que no pueden imaginar; estaba materializando un sueño. Yo, un huérfano que creció en un orfanato bajo condiciones precarias ahora tenía un techo propio, y eso representaba un mundo para mí. Le estaré eternamente agradecido a la señora Rachel por haberme tendido su mano para alcanzar ese sueño. Era tan solo un viejo almacén que fui transformando gradualmente hasta lograr un acabado que me llenaba de satisfacción; con paredes rústicas y grises, pero adornadas con una decoración elegante y sobria.Continué trabajando, desarrollándome y perfeccionando habilidades específicas que finalmente me abrieron las puertas de la señora Rachel, permitiéndome integrarme a su agencia de guardaespaldas. Mis habilidades en informática eran notables, pero requería de equipos y recursos adicionales, así que redoblé mis esfuerzos para obtenerlos.
Con el paso del tiempo, creé una habitación secreta que, me atrevo a decir, podría ser el sueño de cualquier aficionado al espionaje: una sala repleta de equipos de alta tecnología, pantallas parpadeantes y dispositivos exclusivos. Tuve acceso a mapas digitales y datos encriptados, pudiendo acceder a cámaras de vigilancia de toda la ciudad, informes de inteligencia y grabaciones de audio, todo al alcance de mis manos. Y aunque podrían cuestionar la legalidad de mis acciones, prefiero no discutirlo, ya que, como pueden imaginar, la agencia se beneficiaba enormemente de estos recursos para satisfacer las exigencias de los clientes.
Más tarde, cuando descubrí la identidad de Sofía, ella se acercó a mí y comencé a colaborar con ella, sumergiéndome en un mundo aún más peligroso. Me enfrenté a desafíos mucho más complejos que rastrear los teléfonos de Emir o Raykel, más arduos que simplemente localizar a una persona, y por eso mantuve ciertas cosas en secreto, incluso de mi mejor amigo.
Cuando Emir me dijo sombre la situación por la que él y Raykel estaban pasando, comprendí inmediatamente que debía actuar. Sin embargo, no pude evitar reprocharle por haber mantenido en secreto algo tan grave. Estaban siendo acosados, y las amenazas de muerte habían escalado a tal punto que culminaron en el incendio del hospital. Entiendo que su intención era no alarmar a los demás, pero guardar silencio no era la opción más prudente. Tras conocer los detalles, dediqué semanas a investigar sin descanso, pero mis esfuerzos parecían en vano; no hallaba ninguna pista, y esa falta de progreso me llenaba de frustración. Sentía que estaba omitiendo un detalle crucial.
Investigué a enemigos y amigos del ámbito comercial, a aliados tanto antiguos como recientes, al personal del hotel Ritnes, a los colaboradores de Sofía y a aquellos que trabajaban codo a codo con Aron, pero fue en vano. No encontraba nada.
Una tarde, mientras estaba absorto frente a mi escritorio revisando unos archivos que el tiempo había relegado al olvido, mis ojos tropezaron con unos datos que, en su momento, había compilado meticulosamente para Emir. Aquello fue un punto de inflexión; ante mí se reveló el sospechoso más obvio, aquel que, por razones que escapaban a mi comprensión, había permanecido invisible. Le dediqué un par de horas a esa persona y, como si se tratase de un rompecabezas, las piezas dispersas comenzaron a encajar, cobrando un sentido revelador.
Estaba a punto de llamar a Emir para contarle lo que había descubierto cuando, de repente, mi teléfono sonó.
—Justo iba a llamarte —dije, emocionado.
—¿Dónde diablos estás? No me digas que olvidaste que Rachel sale hoy de la cárcel.
Sí, lo había olvidado.
—He encontrado a la persona que los ha estado acosando —le dije—. Es mucho más complejo de lo que imaginábamos; lo que motiva a esta persona es la venganza.
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Inestable
Teen FictionEmir, un niño con la alargada sombra de un pasado trágico oscureciendo su presente, lleva casi toda su vida en un orfanato dirigido con mano dura por la madre superiora y las monjas a sus servicios. Todo cambia cuando cumple catorce años. En este en...