La noticia de lo que le había ocurrido a su hermano golpeó a Raykel. Nadie esperaba su reacción, menos aún Eliz, que había sido la portadora del fatídico mensaje. Raykel escuchó en silencio, derrumbado en una silla en la sala de espera del hospital que sorprendentemente estaba desierta. Antes de que su madre le revelara el estado en que habían hallado a Rayden, él ya presentía que algo terrible había sucedido. No podía explicarse ese sentimiento de angustia y desesperación que lo invadía, ni esas imágenes fugaces y dolorosas de su hermano que se agolpaban en su mente con cada vez más fuerza. Pero lo sabía.Los detalles que Eliz le había revelado solo confirmaron sus peores sospechas y lo llenaron de un miedo y un dolor insoportables. No supo cómo reaccionar ante esa verdad que lo golpeaba y lo dejaba sin aliento. La confesión de Eliz le abrió los ojos a la realidad que tanto temía. El miedo y el dolor lo invadieron, dejándolo sin fuerzas para reaccionar. Su mente era un remolino que lo arrastraba y lo inmovilizaba al mismo tiempo. Quería hacer algo, liberarse de alguna forma, destrozar cosas y acusar a todos. Encontrar a esos hombres antes de que la policía los atrapara y hacerles pagar con sangre el daño que le habían hecho a Rayden. Sentía que se estaba convirtiendo en algo que ni él mismo conocía y eso le aterraba, porque sabía lo duro que sería si se dejaba llevar.
Raykel evitaba cruzar la mirada con su madre, que por una vez en su vida mostraba signos de inquietud. ¿Qué la movía a preocuparse ahora, después de tantos años de frialdad y desdén? ¿Acaso sentía algo por sus hijos, o solo le importaban las repercusiones de lo que estaba ocurriendo? Raykel no podía adivinar lo que pasaba por su mente, pero sí notaba que su habitual compostura se había resquebrajado ante la tormenta que se avecinaba.
Para evitar que los periodistas acosaran a la familia Sarosh, la policía tuvo que poner guardias en el hospital donde estaban atendiendo a Rayden. El escándalo del hotel, el secuestro y rescate de Rayden habían causado una gran conmoción mediática y las redes sociales se llenaron de especulaciones y teorías. Algunas fotos filtradas avivaron el interés público, pero nadie sabía lo que realmente le habían hecho los secuestradores a Rayden antes de lanzarlo por un barranco. Solo dos cosas podían desvelar la verdad sobre lo que le ocurrió: las imágenes en el teléfono de Owen y la confesión de los doctores. Pero ambas estaban a salvo. Los médicos y el resto del personal del hospital guardaban silencio por ética profesional y por el temor que les infundía Aron, quien amenazó al director del centro con una sutileza intimidante.
La luz del amanecer le dio la bienvenida a un nuevo día que por obvias razones se percibía peor que el anterior. Raykel se quedó dormido en la sala de espera y no supo cuando su madre se fue. La elegancia que llevaba la noche anterior desapareció dándole el lugar a una apariencia desalineada y cansada. Una enfermera se encargó de despertarlo para informarle que los procedimientos quirúrgicos de Rayden finalmente habían terminado. Raykel sintió un alivio y con pesar se puso de pie para pedirle a la enfermera que lo llevara con su hermano. Sin embargo, en ese momento llegó el doctor cabecero y le dio una noticia inesperada.
—Tu hermano ha sufrido una lesión cerebral traumática severa debido a un fuerte golpe en la cabeza. Como resultado, ha entrado en un estado de coma.
Raykel sonrió nervioso y preguntó:
—¿Qué significa eso exactamente?
—Un coma es un estado profundo de inconsciencia. Tu hermano no puede despertarse ni responder al entorno. Su cerebro está mostrando actividad mínima.
—Pero él va a despertar, ¿verdad?
El miedo en la mirada de Raykel era tan evidente que el doctor sintió pena por él.
—Joven Sarosh, debo ser honesto con usted. La lesión que tu hermano ha sufrido es grave. En estos momentos, es difícil predecir cuándo o si despertará. Cada caso es único y la recuperación puede variar ampliamente.
ESTÁS LEYENDO
Inestable
Teen FictionEmir, un niño con la alargada sombra de un pasado trágico oscureciendo su presente, lleva casi toda su vida en un orfanato dirigido con mano dura por la madre superiora y las monjas a sus servicios. Todo cambia cuando cumple catorce años. En este en...