"La inocencia es más a menudo una felicidad que una virtud"
-Anatole FanceEliz les explicó a sus hijos todo lo que ella creyó necesario respecto a la repentina llegada de Emir en la mansión, y para sorpresa de todos, los gemelos estuvieron de acuerdo. Aunque en las primeras semanas Rayden se mostró un poco hostil, al final terminó cediendo.
«Él me agrada» fue lo único que Raykel tuvo que decirle a su hermano para que fuera más amable con el recién llegado. Aunque siempre procuró mantener una línea que los separara, dejándole claro que nunca serían iguales y, sobre todo, que nunca lo trataría como un hermano.
—No te atrevas a entrar a mi habitación.
Emir asintió ante el aviso de Rayden, quien a pesar de ser dos años menor, a veces lograba intimidar; Pues se pasaba la mayor parte del tiempo de mal humor.
—A la mía puedes entrar cuando quieras. —afirmó Raykel con entusiasmo.
Al escuchar lo que acaba de decir su hermano gemelo, Rayden quien se disponía a subir las escaleras, se detuvo y lo miró con suspicacia.
—¿Ya olvidaste que nuestro padre le prohibió subir al segundo nivel?
—Ya estoy grande, Ray. Puedo hacerme cargo de mi padre —dijo aquel niño de doce años adoptando una postura que denotaba orgullo por ser un joven independiente.
—Lo único grande que puedo ver es esa mochila que llevas en tu espalda, en mis tiempos no eran necesarias tantas cosas para estudiar.
—Abuelo, en tu tiempo lo que no había era dinero para comprar tantas cosas. —Rayden se burló de su abuelo que estaba en el piso superior, esperando a que subieran.
—Desearía que pienses y actúes como cualquier otro niño de tu edad.
—¿Estoy equivocado?
—En lo absoluto. —dijo el abuelo con una sonrisa al ver como los gemelos corrían escaleras arriba para abrazarlo.
Emir se quedó parado al pie de las escaleras, mirando como los gemelos abrazaban a su abuelo que estaba en sillas de ruedas, no pudo evitar. Aunque el abrazo no fue dirigido a él, sintió un cálido sentimiento en su corazón, pues tras haber conocido al señor Igor, descubrió que la mansión Sarosh no era tan terrorífica después de todo.
El padre de Aron era muy amable con los niños y hacía cuanto podía para defenderlos. Sin embargo, Aron siempre procuraba recordarles que su padre no siempre fue tan benevolente como pretendía hacer creer.
—¿Qué haces? Emily. —preguntó el abuelo, dirigiéndose a Emir, que lo miraba con ojos llorosos. Nadie se sorprendió por cómo lo llamó, Igor solía confundir los nombres de las personas todo el tiempo; a veces llamaba al ama de llaves como María cuando su nombre era Martha, a los gemelos les decía Robert y Randy, y bueno, a Emir solía decirle Emily.
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Inestable
Teen FictionEmir, un niño con la alargada sombra de un pasado trágico oscureciendo su presente, lleva casi toda su vida en un orfanato dirigido con mano dura por la madre superiora y las monjas a sus servicios. Todo cambia cuando cumple catorce años. En este en...