Una semana era lo que había trascurrido desde el día que Aron cerró un importante trato con unos clientes extranjeros. Había llegado un cargamento desde la India y este fue ocultado en un almacén en las afuera de la ciudad.Cuando aquel guardaespaldas dijo que "el hilo de la India había sido cortado" Aron sabía que algo andaba mal con las armas, pero nunca imaginó, sino hasta que lo vio con sus propios ojos que el almacén había sido destruido hasta los cimientos.
—¿Qué hace usted aquí? Señor Sarosh. —preguntó un policía cuando el hombre bajó de su auto.
Aron intentó mantener la calma, miró a Eliza para ver como reaccionaba y luego respondió.
—Como seguro ya sabe, señor oficial, este terreno pertenece a mi familia.
Esa era precisamente una de las cosas que más le preocupaban a Aron, la policía sabía que aquel almacén le pertenecía, por lo tanto, él era quien debía dar explicaciones cuando le preguntaran sobre la artillería encontrada.
—Entiendo que esté preocupado por los materiales perdidos, no quiero imaginar cuanto debió costar toda esa mercancía. Tomando en cuenta el prestigio de sus empresas, estoy seguro de que ese algodón era de la más alta calidad.
Aron y unos de sus hombres intercambiaron miradas, confundidos. Lo que había en ese almacén no era solo algodón, pero el policía parecía no tener idea.
«¿Por qué no ha dicho nada sobre las armas?» se preguntó.
El policía continuó dando detalles sobre los daños, indicó que no había pérdidas humanas, pero que sospechaban que el incendio había sido provocado.
Entre tanto, uno de los guardaespaldas se acercó a Aron y le habló al oído:
—Se han robado las armas, señor.
—Maldita sea esa mujer.
—¿Disculpe? —preguntó el oficial.
—No es nada, gracias por todo. Espero que la policía pueda llegar al fondo de todo esto, estaré a la disposición por si necesitan algo.
Aron dio media vuelta y entró al auto, dejándole la mano extendida al policía que tuvo la intención de despedirlo con un amistoso apretón de manos.
En cuanto el chofer puso en marcha el lujo auto, la notificación de un mensaje interrumpió los pensamientos de Aron que buscaba en su mente cuál sería la mejor manera de solucionar el gran problema que apenas comenzaba a tomar forma.
Era un número desconocido, pero cuando abrió el mensaje supo de inmediato de quien se trataba.
"Devuélveme a mi hijo" decía el mensaje.
El hombre sabía que solo era cuestión de tiempo para que Rachel comenzara a poner en marcha sus planes.
—¡Gómez!
—¿Señor?
—Iremos a la floristería de los recuerdos.
El chofer asintió y giró a la izquierda en la siguiente intersección.
—¿Por qué iremos allá? —preguntó Eliza con nerviosismo.
Aron giró un poco la cabeza y la miró en silencio, luego la abofeteó.
—No hables.
Pasados unos veinte minutos llegaron a la floristería, era una casa de dos niveles —con un diseño bastante anticuado para la época— las luces en el interior estaban apagadas, lo que daba la impresión de no haber nadie. Pero las lámparas del exterior permitieron vislumbrar a una mujer que salía de entre unos arbustos; parecía un animal salvaje, tan fino y elegante como mortal.
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Inestable
Teen FictionEmir, un niño con la alargada sombra de un pasado trágico oscureciendo su presente, lleva casi toda su vida en un orfanato dirigido con mano dura por la madre superiora y las monjas a sus servicios. Todo cambia cuando cumple catorce años. En este en...