12- ¿Qué le hiciste a mi Ray?

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El sentimiento que le creaba la inseguridad a Raykel, parecía ir en aumento con cada paso que daba. Comenzó a cuestionarse si haber seguido la sugerencia de su abuelo sería una buena idea, pero por muy indeciso que estuviera, ya no había vuelta atrás.

—Cuando traje al muchacho a esta casa, no llegué a imaginar que se llevaría bien con los gemelos —dijo Aron mientras se acercaba a su padre, quien aún seguía contemplando el jardín desde la ventana.

—Ese es tu problema, crees que la voluntad de quienes te rodean siempre se moldeará a tus deseos.

Aron se limitó a mirar a su padre, maldiciéndolo desde sus adentros. Sabía que su padre era un hipócrita de mierda, pero escucharlo decir eso le ayudó a reafirmarlo una vez más. Durante muchos años de su vida él mismo fue víctima de esa creencia por parte de su padre; el anciano lo obligaba constantemente a cumplir con sus deseos, a actuar como él, incluso a pensar como él.

Al ver que su hijo no decía nada, Igor agregó:

—Deberías beber menos.

—¿Cómo sabes que estoy bebiendo?

Él ansiando giró la cabeza y con una miraba maliciosa le echó un vistazo al vaso de whisky que sostenía Aron en la mano.

—Conozco el aroma de mi reserva, será mejor que no te lo hayas tomado todo tú solo.

—Maldito, anciano, decrépito, no dejas escapar nada —dijo Aron y se acercó más a la ventana, de donde se podía observar claramente como Raykel se acercaba a Emir y al jardinero.

—Padre, ¿crees que esté pasando algo entre ellos?

—Aún no —admitió Igor.

—¿Aún? —Aron dejó escapar un gruñido—, ¿Qué quieres decir con eso?

—Aún no ha pasado, pero pasará. Incluso si tú intentas evitarlo.

Aron dio media vuelta, con la intención de marcharse, pero antes de irse dijo:

—No podría soportarlo.

—¿Por qué? —preguntó Igor sin despegar la mirada de su nieto, quien finalmente había llegado hasta su destino—, ¿llegan recuerdos a tu memoria?

—¡Padre!

—Un Sarosh teniendo sentimientos por un Murphy, esto se siente como un déjà vu.

Igor fingía estar diciendo palabras al azar con total despreocupación, pero sabía perfectamente a que se refería y sabía que Aron también era consciente de lo que estaba queriendo decir.

—Él está muerto —dijo Aron en un tono que lo hizo parecer más como un lamento que una afirmación.

—Lo sé, tú lo mataste.

Igor accionó su silla de ruedas y se acercó a su hijo.

—¿Qué buscas con todo esto?, ¿por qué siempre te empeñas en recordarme el pasado? —Aron intentó en vano tomarse otro trago, pues el vaso ya estaba vacío.

—No conduzcas a tus hijos a la misma oscuridad en la que te encuentras tú.

Aron dejó escapar una risa enferma de rabia y se agachó para estar a la altura de su padre, lo miraba con una mezcla de tristeza, odio y remordimiento que ni él mismo habría sido capaz de explicar con palabras.

—Tú me arrastraste a esta oscuridad, tú arruinaste toda mi vida, tú me hiciste como soy.

—Lo sé —admitió Igor con cautela —y es por eso que no quiero verte en mi posición, no deseo para ti el peso que lleva el arrepentimiento.

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