39- Ya no más

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Emir sabía que debía decir "no" si quería avanzar y dejar atrás el dolor que le causaba su madre. Pero esa palabra se le atascaba en la garganta cada vez que Rachel lo llamaba. Aunque todavía tenía las marcas de sus uñas en la mandíbula, fruto de su última discusión, no pudo negarse a ir a comer con ella. Quizás esta vez sería diferente. Quizás esta vez estarían juntos como una familia: él, su madre, su abuela y su hermano. Quizás esta vez Rachel le pediría perdón y podrían empezar de nuevo. Emir se aferraba a esa esperanza mientras se paraba frente a la floristería. ¿Qué podía salir mal?

Emir respiró profundo y se dirigió con paso decidido hacia la puerta de madera adornada con cristales floreados. Fue interrumpido por el sonido de un motor que se acercaba. Alzó la vista y vio un auto negro que se detenía frente a la entrada. Reconoció al instante al conductor y sintió un nudo en el estómago.

«¿Qué hace él aquí?» se preguntó Emir con recelo. Del carro bajó un hombre alto y elegante, vestido con un traje gris y una corbata roja. Era Sam, el esposo de su madre, el fiscal que la había ayudado a salir de la cárcel.

Sam le dedicó una sonrisa forzada a Emir y se acercó para saludarlo. Emir no le devolvió el gesto y lo miró con desconfianza, recordando lo que le había contado Will sobre su conversación con Leo aquel día cuando él se fue y los dejó solos:

—¿No crees que tu amigo está un poco loco? —dijo Leo con una sonrisa burlona mientras Will lo levantaba del suelo después de que Emir lo golpeó—. Parece estar dispuesto a todo por el hijo del hombre que abusó de su madre y luego le pegó un tiro en la cabeza a su padre.

Will sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. ¿Cómo sabía Leo todos esos detalles? ¿Cómo podía conocer la historia de Emir?

Leo leyó la duda en el rostro de Will y se rio.

—Mi padre es el alcalde de esta ciudad, tiene información y contactos que trabajan con la madre de Emir, la protegida de mi padre y del fiscal.

«Sam» pensó Will, el fiscal debía ser Sam.

—Aron y su hermano sobornaron a mi padre para que ocultara la verdad sobre mi accidente y lo odio por eso, pero hay más cosas en juego —continuó Leo con una voz maliciosa—. Si me pasa algo, mi hermana hará públicas todas las pruebas que le robamos a nuestro padre, que lo implican a él, a la familia Sarosh, y a la madre de Emir.

—¿Por eso mencionaste a tu hermana cuando Emir estuvo a punto de matarte? —preguntó Will incrédulo.

Leo asintió con diversión.

—No hizo falta que lo amenazara, bastó con mencionar a mi hermana para que se le notara el miedo y la debilidad en los ojos. Aproveché su momento de flaqueza y jugué con sus sentimientos, suplicándole: "Mátame, pero no le digas nada a ella. No lo soportaría". —Leo soltó una carcajada amarga, ignorando el dolor que le provocaba cada respiración por las costillas rotas que le había dejado Emir—. ¿Y viste su expresión? Parecía que se le iba a romper el corazón. Es demasiado ingenuo.

Will sintió una oleada de rabia que le recorrió todo el cuerpo. Leo era más despreciable de lo que imaginaba, capaz de usar a su propia hermana como un escudo para salvarse. Incluso él se había conmovido cuando lo escuchó mencionarla, pero resulta que todo era una farsa.

Después de haber sido enviado al extranjero por su padre, quien lo traicionó, humilló y abandonó, Leo empezó a planear una venganza contra él. Ese fue el motivo que lo impulsó a recuperarse de las secuelas que le dejó el accidente. Cuando estuvo listo, regresó dispuesto a hacer que Leoport Fiammetta, su padre, pagara por lo que le hizo. Pero en sus archivos secretos encontró mucho más de lo que esperaba: el alcalde estaba involucrado en una guerra de poder que involucraba a varias personas importantes.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora