La promesa de encontrar a los responsables del robo que le hicieron a Raykel en aquel callejón llevó a Emir a pasar varias noches sin dormir.—Debiste llamarme antes, ya han pasado dos semanas, eso lo complica un poco, ¿sabes?
—Rachel no dejaba que me comunicara contigo ¿Cómo se supone que te pediría ayuda?
Emir se veía impaciente, caminaba en círculos en la sala de su departamento llevando a Will, quien lo veía con preocupación, al borde de un colapso nervioso.
—Vamos, siéntate —sugirió Will mientras tecleaba algo en la laptop de Emir—, dame más detalles de lo que tienes.
—No hay mucho, sucedió en un maldito vecindario donde no hay cámaras de seguridad y las que hay no sirven —Emir se deshizo el cabello y lo volvió a atar, un evidente signo de desesperación—. Solo tengo la descripción que me dio Raykel de los hombres.
—¿Y por eso has estado yendo a todas las noches a ese maldito bar? ¿Esperas a que vuelvan?
—No puedo estar sin hacer nada. No estuviste ahí, pero yo sí. Raykel estaba realmente asustado, lloraba como un niño cuando lo encontré.
—Te entiendo —Will se puso de pie y agarró a su amigo por los hombros para hacer que se detuviera—. Pero creo que te lo estás tomando demasiado personal ¿Qué harás si los atrapas? ¿Los entregarás a la policía?
—Sabes que no puedo hacer eso, se podría filtrar a la prensa y eso metería a Raykel en problemas con su padre por provocar un escándalo. Por eso prefirió no decir nada y pasar la página, pero yo...
—¿Qué harás entonces? —preguntó Will en un tono que Emir calificó como el del amigo serio y preocupado.
—No lo sé, primero tengo que encontrarlo.
—Bien, me haré cargo de asunto y los encontraré por ti —aseguró Will y arrastro a Emir hasta la cocina—, pero debes prometer que vas a descansar, te ves horrible y no quiero que mueras primero que yo.
Emir se sentó sobre la mesada y tomó un chili del frutero.
—Gracias por traer comida y por...
—¿Por? —Will comenzó a arremangar las mangas de su camisa y sonrió—. ¿Por ser tu guapo y encantador mejor amigo?
Emir hizo un chasquido con la lengua antes de lanzarle a Will la semilla del lichi que se acababa de comer.
—No somos amigos. Nunca lo hemos sido, yo no tengo amigos.
—Como quieras, ahora baja de ahí y ayúdame a lavar los vegetales. Vine a cocinar algo para ti, pero no soy tu esclavo.
Los amigos rieron a carcajadas y el ambiente habitualmente silencioso y desolado del departamento de Emir de pronto se convirtió en uno más agradable y cálido, algo así parecido a lo que muchos suelen llamar hogar.
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Inestable
Teen FictionEmir, un niño con la alargada sombra de un pasado trágico oscureciendo su presente, lleva casi toda su vida en un orfanato dirigido con mano dura por la madre superiora y las monjas a sus servicios. Todo cambia cuando cumple catorce años. En este en...