—La señora Eliz se ha llevado al muchacho, ¿quiere que los traigamos de vuelta?David, el jefe de seguridad, fue a avisarle a Aron en cuanto sus hombres le notificaron que Eliza intentaba salir a escondida de la mansión. Pero a Aron no le interesaba el asunto, se encontraba sentado en el quiosco donde su padre solía pasar horas escribiendo o simplemente mirando los jardines. Había esperado el amanecer allí, bebiendo una botella de vino que probablemente tenía su misma edad.
—Si el maldito anciano estuviera aquí seguro me regañaría por estar bebiendo este vino, lo guardaba con mucho recelo.
—¿Señor?
—Él era la persona más asombrosa que he conocido en toda mi vida, aunque nunca se lo dije —Aron tomó directamente de la botella y luego se la pasó a David, quien se apresuró a beber de ella sin atreverse a negarse —de haberle dicho algo como eso, seguro me lo habría recordado durante años solo para molestarme.
Aron se veía agotado, su traje arrugado y la corbata suelta le daba un aspecto que casi nunca solía mostrar. Parecía un animal herido y desamparado allí sentado, lamentando todo lo que había ocurrido en las últimas horas; especialmente el encuentro con Rachel y por supuesto la muerte de su padre.
—Siempre creí que odiabas a nuestro padre, pero mírate.
Yaron Sarosh, el hermano mayor de Aron acaba de llegar. Era un hombre alto y fornido con una cicatriz apenas perceptible en su rostro, que extrañamente le brindaba cierto atractivo. La agudeza de su mirada y la falta de expresiones eran sus más grandes distintivos como parte de la familia Sarosh.
—Lo odiaba casi tanto como te odio a ti, pero eso no quiere decir que no me afecte su muerte.
Aron se puso de pie apenas manteniendo el equilibrio, luego de estabilizarse y recuperar un poco el control de su cuerpo, se dio la vuelta y miró a su hermano que lucía tan digno como siempre, tan impecable e imperturbable que le provocaba mareos.
—Siempre has siso débil, aunque te esfuerces por aparentar lo contrario.
—¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí?
Yaron entró sus manos en los bolsillos y comenzó a andar a paso lento por el jardín y Aron lo siguió.
—El anciano también era mi padre, ¿Qué diría la gente si no vengo a su funeral?
Aron se detuvo y miró a su hermano con desconfianza, lo conocía demasiando bien como para no saber que había algo más.
—El incendio que hubo en tu almacén ha despertado el interés de algunas personas importantes, será mejor que lo resuelvas pronto.
—No sé cuál es tu maldito problema, te enorgulleces diciendo que no tienes nada que ver con esta familia y que lo único que te liga a ella es el apellido, pero siempre estas metiendo la nariz en todo.
Yaron se acercó a Aron y le puso una mano en el hombro, un gesto casi paternar de no haber sido por la fuerza que ejercía en él.
—Sabes perfectamente que de no ser por mi estarías acabado, hermanito. Y ahora que nuestro padre ha muerto las cosas se pondrán feas, me necesitas.
Aron no quería admitirlo, pero había algo de cierto en lo que decía, necesitaba aliados. Algunos de los enemigos de la familia se mantenían al margen por el respeto que le tenían a Igor.
—Debes querer algo a cambio.
—Necesito el apoyo del hombre más rico del país, la política no es barata.
—Ya eres un fiscal lo suficientemente corrupto y te va bien siéndolo ¿por qué la política?
Yaron torció los labios mostrando algo parecido a una sonrisa y siguió caminando.
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Inestable
Teen FictionEmir, un niño con la alargada sombra de un pasado trágico oscureciendo su presente, lleva casi toda su vida en un orfanato dirigido con mano dura por la madre superiora y las monjas a sus servicios. Todo cambia cuando cumple catorce años. En este en...