42- ¡Por favor, que sea real!

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Emir no tardó en averiguar quién iría a buscar a Zoé. Apenas habían entrado en la ciudad con Rayden y Owen inconscientes en el asiento trasero del auto, cuando recibió una llamada de uno de los hombres que se habían quedado en la casa del lago. Le informó que Sam había ido en persona a por ella.

—Habla, por favor. Tu silencio me inquieta —susurró Emir mientras giraba en una intersección.

Raykel, que había recobrado el sentido hacía unos quince minutos, se apoyaba en el asiento del copiloto con los brazos cruzados. Miraba por la ventana la ciudad dormida que los envolvía a esa hora de la madrugada. Emir había llegado a una zona que antaño fue comercial, pero que ahora era un lugar solitario apenas habitado por algunos ricos ermitaños que disfrutaban de la tranquilidad y de restaurar viejos edificios.

—Tengo tantas cosas que decirte, tantas preguntas que hacerte —susurró Raykel con una voz quebrada—, pero me las guardaré. Si quieres decirme algo, puedes hacerlo. Estoy dispuesto a escucharte y a comprender lo que sea.

Emir sintió un nudo en la garganta al oír esas palabras cargadas de una angustia apenas disimulada. Sabía que Raykel no le haría ninguna pregunta. Pero él quería contarle la verdad, liberarse de tantos secretos que lo oprimían.

—Cuando lleguemos, te lo explicaré todo, te lo juro.

Una promesa que se perdió en el silencio, esperando que alguien la recogiera y le diera sentido. Raykel se había quedado dormido y Emir lo observó experimentando en su pecho una pesada culpa.

"Te lo explicaré todo" prometió Emir, aunque ni siquiera él tenía idea de lo que implicaba ese "todo". Necesitaba hablar, desahogarse, porque se sentía al borde del colapso y no quería eso. Se suponía que estaba intentando construir algo nuevo, que estaba luchando por hacer lo correcto.

Unos minutos más tarde, Emir divisó la fachada de la casa de Will, un espacio acogedor que contrastaba significativamente con el entorno urbano y solitario que la rodeaba. Era un edificio viejo, pero bien conservado, con atractivos detalles producto de una ágil remodelación. Las puertas del estacionamiento se abrieron automáticamente cuando estuvieron lo suficientemente cerca, indicando que Will los esperaba.

Benvenuto nel mio palazzo —dijo Will con una sonrisa burlona mientras le abría la puerta a Emir para que saliera del auto.

Emir miró a su amigo con cara de no entender ni una palabra de lo que dijo. No sabía italiano, pero supuso que era algún tipo de broma. ¡Will y su peculiar sentido del humor!

—Estaba viendo una película italiana, creo que me queda bien el acento —se apresuró Will a aclarar, guiñándole un ojo—. Siamo come la mafia.

—Ya cállate —le espetó Emir con fastidio, ignorando el comentario. Necesitaba que Will le ayudara con el problema que tenían entre manos—. Necesito que lleves a Rayden a su hotel.

—Es chiste ¿verdad? —dijo Will en voz baja mientras miraba hacia el auto donde estaba Rayden inconsciente. No le hacía ninguna gracia tener que cargar con él.

Emir sabía que pronto tanto Rayden como Owen despertarían y no quería tener que enfrentarlos a los dos al mismo tiempo.

—Yo llevaré a mi hermano —dijo Raykel con voz somnolienta mientras bajaba del auto y se acercaba a los dos amigos con una expresión seria en su rostro. El joven tenía el pelo revuelto y los ojos cansados, pero se notaba en él cierta determinación.

Benvenuto nel mio palazzo —le dijo Will con tono juguetón y le extendió una mano para saludarlo.

—¿Llamas palacio a esta pocilga? —replicó Raykel con desdén mientras observaba el lugar. Luego miró la mano de Will y la rechazó con un gesto de desprecio. No iba a darle la mano a alguien que le caía tan mal.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora