CAPÍTULO 07 (+18)

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CAPÍTULO 07 (+18)

Esa noche, Nicole llegó a su edificio con bastante buen humor. Incluso se le había olvidado moverse sigilosa y discreta como los días anteriores, temerosa de cruzarse con esa persona. De hecho, no había pensado en la exhibicionista de Giselle (seguía sin recordar su apellido...) durante gran parte de ese día, y eso era más que excelente. Igual no se la cruzó en ese momento, y lo peor que le pasó fue que se le cayeron las llaves cuando ya estaba frente a su puerta, pero eso no bastó para cambiarle el ánimo.

Cuando recién iba entrando a su departamento, cargando en un brazo una caja de papas y Nuggets de pollo, escuchó su teléfono sonar con la notificación de que había recibido un mensaje; o de hecho dos. Dejó la comida en la mesa unos momentos y revisó su celular. Se sorprendió un poco al ver que eran precisamente de Jaime:

Jaime: Lo hiciste bien hoy

Jaime: Intentaré buscar más excusas para sacarte al campo. ¿Okay?

Una pequeña y casi inocente sonrisita de alegría se dibujó en sus labios sin que ella misma se diera cuenta.

Dejó el teléfono de lado un momento y se disponía a sentarse en la mesa para comer sus Nuggets, prometiéndose que ya la próxima semana comenzaría a comer mejor (y quizás sabiendo en el fondo que no lo cumpliría del todo). No se había sentado del todo cuando algo llamó su atención. Un sonido lejano y opacado que apenas y le llegaba, y que Nicole identificó tras unos segundos como... ¿risas?

Viró su rostro lentamente hacia las cortinas del balcón. Las risas venían justo de afuera, y eran de al menos dos personas.

—No puede ser —murmuró despacio con cierta amargura.

Resopló, y se sentó por completo, comenzando a abrir rápidamente la caja de Nuggets para al fin comer e intentar ignorar lo que fuera que estuviera ocurriendo allá afuera... si acaso fuera tan sencillo.

Las risas y murmullos continuaron, y en un momento la voz de alguien se alzó un poco de más, sobresaliendo y haciendo que Nicole saltara de su silla. Y dentro de su ya casi paranoia, aquello le había sonido muy similar a todos esos gemidos y casi gritos que había tenido que oír la otra ocasión.

«Basta de esto» se dijo a sí misma, parándose rápidamente de su silla. «Sólo miraré un poco, y si están haciendo eso de nuevo... saldré, les gritaré... y les exigiré que se comporten. ¡Por qué éste es un sitio decente! Sí, eso haré...»

La voz que había hablado en su cabeza sonaba más a la de su madre que la suya, pero de momento le servía para mantener su determinación.

Avanzó apresurada a la cortina, acercó una mano hacia ella, pero ésta se mantuvo suspendida en su lugar, sin decidirse del todo a tomarla. Vaciló unos segundos, pero al final logró reaccionar, y hacer la cortina sólo un poco a un lado. Se tuvo que mover hacia un costado para estar en el ángulo correcto para poder mirar en dirección al otro balcón.

En efecto, había dos personas ahí, de pie casi pegadas al barandal de su lado. Estaban abrazadas, al parecer besándose. Una de ellas era claramente Giselle, y la otra... era una mujer alta, de cabello largo y rubio, muy brillante.

Nicole llevó ambas manos a su boca, ahogando con ellas pequeño gritillo de asombro.

«¡Cielo santo!» pensó atónita. «¡Ni siquiera es la misma chica de la otra noche!»

— — — —

Luego de la movida noche que había tenido el lunes pasado, Giselle no esperaba visitas esa noche de jueves. Sus planes de hecho consistían principalmente en sentarse en el restirador de su cuarto, y adelantar un poco de trabajo antes de la revisión que tenía mañana. Sin embargo, su noche dio un giro cerca de las 7:00, cuando recibió un par de mensajes prometedores de su buena amiga, Bárbara. Estos no eran muy largos, pero tan cortos como eran decían lo suficiente:

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora