CAPÍTULO 41

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CAPÍTULO 41

Casi dos semanas después de aquella desastrosa noche, Giselle aún seguía resintiendo los estragos mentales de todo aquello. No había intercambiado palabra alguna con Nicole desde esa noche, ni siquiera por mensaje, ni tampoco se habían visto en el edificio. Giselle se decía a sí misma que no la estaba evitando, pero lo cierto era que cada vez que volvía del trabajo salía del ascensor directo a su departamento sin detenerse, y sin siquiera mirar la puerta de Nicole. Encima de eso, en todo ese tiempo había procurado no salir a su balcón a leer o dibujar, dándose a sí misma un sinnúmero de excusas cuando la única verdad era que no quería arriesgarse a encontrársela.

Era como una repetición de cómo habían estado las cosas luego de la discusión por la fotografía de Jessica, pero bastante peor. Y en esa ocasión no había un trío lo suficientemente bueno que pudiera ofrecerle para contentarse, pues eso había sido parte del asunto. Y si ese era un problema que no podía solucionar con sexo... le avergonzaba un poco admitir que no sabía cómo lo podía arreglar.

"Quizás sea un concepto revolucionario para ti, pero la gente normal cuando hace algo malo, se disculpa y ya," le había dicho Bárbara aquel día cuando charlaron de aquel otro asunto. Y aunque objetivamente sonaba lógico, Giselle se resistía a siquiera pensar en hacer tal cosa.

Bárbara lo había dicho claramente: "la gente normal cuando hace algo malo..." Pero ella se rehusaba a aceptar que hubiera hecho cualquier cosa mala. Sólo fue honesta; siempre lo era. Nicole era la que había traicionado su confianza, ya más de una vez. Ella tendría que disculparse primero. Pero mientras esperaba a que esa disculpa llegara, y quizás nunca lo hiciera, la situación no dejaba de ser incómoda e inconveniente por dónde se viera.

Si su casa ya no era un refugio seguro, y la experiencia de la otra noche le dejó claro que tampoco podía contar con sus "amigas", ni siquiera con Bárbara, todo lo que le quedaba era su trabajo. Así que decidió enfocarse lo más posible en sus labores diarias, además de avanzar con la producción de su vestido de fiesta con el diseño que Ricky le había aceptado. Esa mañana se encontraban de hecho en un punto crucial, que era la prueba del primer prototipo. Sería la primera vez que lo vería en físico fuera de sus bocetos, y ese momento siempre la ponía nerviosa; era cuando realmente podría ver si funcionaba o no lo que había imaginado. Sin embargo, no podía sentirse del todo nerviosa, pues su atención seguía bastante dispersa.

Las costureras habían estado trabajando en el vestido los últimos días, y esa mañana se lo mostraron. A simple vista lo vio bien, pero no puso demasiada atención a todos los detalles; no en ese momento.

Más tarde, mientras aguardaba a que la modelo para la prueba se vistiera, se sentó en una de las sillas a lado de la pequeña pasarela del estudio. Cuando menos lo pensó, tenía su teléfono en las manos, y la conversación de Nicole abierta. Ningún mensaje de las últimas semanas, pero se podía ver que había estado conectada al menos hace una hora. Eso podría significar que ya había reparado su teléfono, o quizás comprado uno nuevo.

No tenía contemplado mandarle un mensaje; más bien observaba la conversación esperando que ella le enviara algo en su lugar. Pero claro, ninguna de las dos cosas ocurría.

«Debe estar divirtiéndose mucho con su noviecita» pensaba con amargura, y justo después se cuestionaba por qué esto le afectaba tanto. No era la primera vez que una de sus relaciones terminaba de mala forma, pero en ninguna había estado tan inquieta.

—Srta. Leblanch —escuchó que una de las costureras le llamaba, obligándola a alzar su mirada rápidamente de la pantalla del teléfono—. La modelo ya está lista.

Giselle guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y observó atenta al frente. La modelo salió a la pasarela, avanzando por ésta hasta pararse en el centro con sus manos en la cintura. Lucía el prototipo que habían confeccionado, un elegante vestido amarillo largo, descubierto de un hombro y abierto por la pierna izquierda, con una tela ligera que se mecía vaporosa. Tenía además unos muy discretos detalles de joyería de fantasía en el área de la cintura y el torso.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora