CAPÍTULO 21

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CAPÍTULO 21

Nicole intentó no darle más importancia al asunto de la misteriosa fotografía. Después de todo, si Giselle tenía o no una novia a la que le era infiel, ese asunto le correspondía sólo a ella. Aunque, si fuera en efecto el caso, inevitablemente le hacía cuestionarse si deseaba seguir haciendo lo que hacía con ella o no. Aceptaba que se había abierto a intentar cosas nuevas, pero una aventura podría sobrepasar un poco lo que estaba dispuesta a hacer.

Pero también podría simplemente estar exagerando, y la persona en la foto quizás no era su novia, o podrían tener una de esas "relaciones abiertas", y no había como tal una infidelidad en la que ella estuviera siendo participe. Lamentablemente, no había forma de estar totalmente segura de ninguno de esos escenarios, al menos que le preguntara a Giselle directamente sobre el tema. Pero claro, eso implicaría revelar que había esculcado sus cosas y encontrado la foto en cuestión.

Así que sin tener herramientas suficientes, lo más sensato le pareció fingir demencia. De nuevo, si acaso se estaba haciendo algo incorrecto, eso era del lado de Giselle, no del suyo. Y esa medida le funcionó bastante bien por los siguientes días... hasta que ya no lo hizo.

Aquella noche había estado con Jaime desde la salida del trabajo. Fueron a cenar a un restaurante nuevo de ensaladas por el centro, caminaron un poco por la plaza principal, comieron un helado, y luego pasaron las siguientes tres horas en el departamento Jaime, haciendo lo habitual, y un poco más. Obviamente no pasaron las tres horas teniendo sexo, pero sí el tiempo suficiente para sentirse satisfechos; lo que necesitaban para pasar de buena manera lo que restaba de la semana, y en especial para que Nicole dejara de pensar en sus constantes dudas con respecto a Giselle.

Con Jaime al menos tenía claro que era divorciado y no tenía ninguna novia formal. Y aunque era posible que ella no fuera la única chica con la que salía a divertirse, eso no le molestaba. Ambos tenían bastante claro el tipo de relación en la que estaban. O bueno, al menos Nicole creyó que lo tenían, pues justo esa misma noche Jaime le hizo una pregunta un tanto fuera del lugar.

Como cada vez anterior, el reportero investigador no tuvo problema en acercar a Nicole hasta su departamento. Eran ya más de las once cuando se estacionaron frente al edificio. Nicole se sentía agotada, más por la cita que por la jornada laboral, y lo que más deseaba en esos momentos era irse a su cama y dormir.

—Gracias por traerme —le agradeció, inclinándose hacia él para darle un pequeño pero dulce beso en la comisura de los labios—. La pase muy bien esta noche.

—Yo también —respondió Jaime, sonriéndole.

—Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?

Nicole puso la mano en la manija de la puerta, pero sólo alcanzó a abrirla un poco antes de que Jaime la detuviera.

—Nicole, espera un poco —pronunció despacio, llamando de nuevo su atención hacia él—. Quería hablar contigo de algo rápido.

Su tono se había puesto extrañamente serio de golpe, lo que incomodó y quizás preocupó un poco a Nicole. Volvió a cerrar la puerta y se sentó derecha en su asiento.

—¿Sobre qué? —preguntó con curiosidad.

Jaime carraspeó un poco. Sus dedos se movieron nerviosos por el volante. Y tras un rato en los que, evidentemente, intentaba armarse de valor, pronunció despacio:

—¿Tú estás bien con cómo estamos en estos momentos?

—¿A qué te refieres? —inquirió Nicole, confundida.

—Digo, esto que hemos estado haciendo... comenzó por mera diversión, ¿cierto? Pero... ¿es sólo eso? ¿Tú quisieras algo más?

—¿Cómo... ser novios o algo así? —masculló Nicole, intrigada—. ¿No dijiste que no te involucrabas con tus compañeras de trabajo?

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora