CAPÍTULO 16

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CAPÍTULO 16

Las notas de Jefferson quedaron trascritas y enviadas. La comida china fue comida al tiempo que veía una película. Y luego de eso, simplemente se fue temprano a la cama. Y así Nicole terminó sin mucha pena o gloria su segundo viernes en Nueva Strivanza.

El sábado lo dedicó en su mayoría a hacer algo de ejercicio, limpiar su departamento, y hablar un rato con sus padres para contarles cómo le iba (siendo muy cuidadosa de no comentar su más reciente aventura sexual con su compañero de trabajo, o su aún confusa relación con su vecina). Pero más que nada intentó descansar luego de una pesada semana de trabajo.

Conforme se acercaba la noche, llegó a cuestionarse seriamente si era buena idea acudir o no a esa dichosa cita. Esa emoción que la había consumido toda la semana, fue mitigada un poco tras ser plantada el día anterior. Sin embargo, para cuando dieron las seis, sus pies se dirigieron prácticamente por sí solos al baño, y para cuando se dio cuenta ya estaba desnuda bajo el agua de la regadera.

«Bueno, sólo iré un rato» se dijo a sí misma mientras se enjuagaba el cuerpo.

Su atuendo elegido fue el mismo que había pensado el día anterior: su pantalón blanco a la cadera, y por supuesto su blusa nueva recién comprada. La duda llegó, inesperadamente, al momento de elegir la ropa interior. Tenía aún el incómodo recuerdo de lo ocurrido con Jaime, ya que para su pésima suerte llevaba quizás dos de sus prendas más sosas, y que ni siquiera combinaban. Igual a Jaime no le había importado mucho, pero... eso no le daba precisamente mucha confianza.

Cuando comenzó a tener relaciones con Derek, consideró comprarse conjuntos un poco más llamativos y bonitos de los que acostumbraba. Aunque siempre se tuvo que mantener algo cauta, pues después de todo seguía viviendo con sus padres y no quería que llegaran a sospechar al ver en su ropa sucia una prenda demasiado atrevida. Así que en efecto pasó gran parte del inicio de su vida sexual activa, y hasta la fecha, con ropa interior un poco común y aburrida. Esto igual a Derek tampoco le importaba mucho en realidad.

«Al final parece que a todos los hombres les da igual lo que uses, mientras te lo puedan quitar»

Pero ella no era un hombre, y Giselle tampoco. Así que las reglas del juego le eran un tanto desconocidas.

Luego de repasar varias veces sus opciones, optó por el conjunto más decente que tenía disponible, al menos a su propio juicio: unas pantaletas y sostén celestes con un discreto encaje, y coquetos detalles rosados. Le gustaba y se sentía cómoda con él, así que le pareció la mejor opción.

Ya vestida con el resto del atuendo, se vio a sí misma frente al espejo para asegurarse de que todo se viera bien. La blusa nueva le pareció que le quedaba incluso mejor que el día de ayer, y combinaba bien con su pantalón. Lo único que faltaba era su peinado y maquillaje. Para el primero sólo se secó el cabello y se lo dejó suelto sobre los hombros. Para el maquillaje no quiso ser nada exagerada y sólo optó por algo de brillo y color para las mejillas. Y su arma secreta: su perfume favorito de aroma floral, con pequeños toques de canela. Derek siempre le dijo que le gustaba demasiado, e incluso que era ya un aroma característico que relacionaba con ella. Esperaba que su vecina opinara igual, pues a ella en lo personal también le agradaba bastante.

Para cuando estuvo totalmente lista le echó un vistazo al teléfono; eran las 7:43 exactamente. Justo a tiempo, aunque aún no era la hora en la que habían acordado, por lo que se quedó los siguientes diecisiete segundos sentada en la sala, aguardando con cierta impaciencia. En un par de ocasiones volteó hacia la puerta para asegurarse de que no le hubiera pasado ninguna otra nota bajo la puerta; por suerte no fue así.

Llegadas justo las 8 en punto, se paró de un salto de su sillón, y salió apresurada de su departamento. Igual antes de atreverse a tocar en la otra puerta, se tomó unos instantes para respirar hondo, calmar los nervios que le carcomían el estómago, y entonces ahora sí atreverse a llamar, no como las veces anteriores que se había prácticamente paralizado en el acto.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora