CAPÍTULO 17

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CAPÍTULO 17

—Entonces, ¿te mudaste aquí por trabajo? —inquirió Giselle con curiosidad.

—Sí —asintió Nicole. Ya para ese momento había dado al menos dos tragos más de su copa, y comenzaba a agarrarle el gusto—. Conseguí un puesto como interna en Wexzine. Es una revista en línea, aunque también tiene una edición en físico de tiraje limitado. ¿La conoces?

Una sonrisita astuta se dibujó en los labios de Giselle, y entonces respondió:

—Sí, he oído hablar de ella. ¿Eres reportera?

—Sí... O al menos espero serlo algún día. —En la voz de Nicole se percibió algo de pesar al momento de pronunciar aquellas palabras.

—Vas empezando, no te presiones —señaló Giselle, colocando una mano reconfortante sobre su hombro—. Sólo esfuérzate y la oportunidad aparecerá.

—Todos me dicen lo mismo —murmuró Nicole, sonriendo—. A veces siento que creen que me siento avergonzada por lo que hago o algo así, pero en realidad estoy bien. Ser interna no es tan malo, y todos mis compañeros me tratan muy bien.

—¿Cómo ese hombre que te trajo la otra noche? —soltó Giselle de golpe, tomándola de nuevo desprevenida.

—¿Eh? —musitó Nicole despacio, sintiendo un pequeño ataque de pánico pues supo de inmediato que se refería a Jaime.

—Dijiste que era de tu trabajo, ¿no? —señaló la pelinegra, mientras mecía un poco su copa en sus dedos—. Se ve que él es de los que te trata muy bien también, ¿verdad? ¿Están saliendo?

—No, no, no... —respondió alarmada, aunque luego dudó un poco—. O no lo creo... Más bien, no, definitivamente no. Sólo somos amigos... y compañeros, claro.

Giselle asintió lentamente y bebió de su copa, sin decir nada. Sin embargo, en sus ojos fue evidente para Nicole que no le creía.

—¿Y tú a qué te dedicas, Giselle? —cuestionó rápidamente, procurando cambiar el tema.

La anfitriona de la noche bajó su copa, ya a menos de la mitad en esos momentos, y la posó sobre la mesa para justo después inclinarse hacia los bocadillos en la bandeja.

—Soy diseñadora —respondió con tono calmado, tomando justo después una de las galletas con queso.

—Oh, ¿diseñadora gráfica? —inquirió Nicole con interés.

—No, de moda —se explicó Giselle, dando justo entonces una mordida a su bocadillo elegido. Nicole la observaba, al parecer un tanto sorprendida. Una vez que masticó lo debido, prosiguió—: Trabajo para una reconocida marca de ropa como dibujante, asesora, planeadora, diseñadora de aparadores y exhibidores, costurera si hace falta... En fin, de todo un poco.

—Eso suena súper interesante —exclamó Nicole con sus ojos bien abiertos por el asombro—. ¿Para qué marca? ¿La conozco?

—Creo que sí —comentó con un tono que sonaba un poco irónico—. Trabajo para el diseñador Ricado Viscencio.

Nicole guardó silencio. Al principio ese nombre solamente le sonó algo familiar, pero en cuanto intentó recordar en donde lo había oído, no tardó mucho en caer en cuenta de que había sido... sólo unos cuantos minutos atrás cuando recién llego.

—¿Viscencio? —murmuró vacilante—. Espera, ¿Viscencio como...?

No completó su pregunta, pero señaló directo hacia su blusa para dejar claro lo que intentaba decir.

—Así es —asintió Giselle, un poco risueña—. De hecho, yo misma diseñé esa blusa.

La quijada de Nicole se abrió tanto en ese momento de la impresión que casi tocó el suelo. Giselle, por su lado, no pudo evitar soltar una pequeña carcajada divertida como respuesta a dicha expresión.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora