CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11

Justo como Jaime había propuesto, ambos se sentaron en la sala a comer pizza y charlar. Entre pedazo y pedazo, anécdota y anécdota, el tiempo se iba volando. Nicole le contó a Jaime un poco sobre cómo era su vida en su ciudad natal, como fue la carrera, y pasó muy por encima el tema de su exnovio. Jaime igualmente no dio muchos detalles de su fallido matrimonio, y se enfocó mucho más en cómo fueron los inicios de su carrera. Le dio de cierta forma una explicación más detallada de aquello que le había contado el primer día: sobre aquel reportero que hizo posible que lo contrataran, y cómo lo tomó bajo su tutela y le fue enseñando cosas. Mientras hablaba de todo eso, una amplia sonrisa de satisfacción se dibujaba en sus labios, y sus ojos parecían casi brillar.

—¿Y por qué dejaste ese trabajo? —preguntó Nicole pronto, mientras masticaba el primer bocado de su tercer pedazo—. Digo... no es que Wexzine sea pequeño, pero todos con los que he hablado en la oficina dicen que el Scintia News era otro nivel.

Jaime la observó, y a Nicole le pareció percibir cierto pesar en su mirada. El reportero tomó una servilleta y la pasó por su boca y dedos.

—Lo era; sí que lo era —contestó recalcando aquella última palabra—. ¿Quieres saber la verdad? —Nicole asintió—. Scintia News era un lugar en donde la gente podía confiar en que las noticias se daban a conocer con objetividad y honestidad. Y en dónde los investigadores como yo teníamos la libertad casi absoluta de conseguir la información que ocupábamos por cualquier medio, siempre y cuando el fin justificara dicho medio. Pero todo cambió por culpa de él.

Al hacer ese último comentario, casi por reflejo alzó su mano y señaló hacia la puerta ahora cerrada de la recámara.

—¿Quién? —cuestionó Nicole, un poco confundida.

—Ese hombre al que le tomaste las fotos —le respondió Jaime con seriedad—. Carlo Strivanza.

Jaime tomó su tercer pedazo de los que quedaban en la caja, y volvió a cerrar ésta con cuidado. Se recargó por completo contra el respaldo del sillón y aproximó el pedazo, ya un poco frío en esos momentos en comparación con los primeros, a sus labios para morder la punta. Cuando su boca estuvo lo suficientemente libre para hablar con soltura, prosiguió a explicar su repentina acusación.

—Strivanza es uno de los hombres más ricos de la ciudad. Es dueño de varios negocios, pero sobresalen en especial las tiendas departamentales Strivanza. Es muy probable que su apellido te suene por ellas.

Nicole hizo memoria, y en efecto aquel día que fueron al centro pasaron frente a una tienda de gran tamaño, que tenía sobre su puerta el nombre "Strivanza" con letras grandes y rojas. También le parecía haber visto algunas publicidades en los camiones con modelos usando elegantes vestidos, y que también tenían ese mismo logo en ellas.

Jaime prosiguió, alternándose de vez en cuando para comer otro bocado más de su pizza.

—Hace un par de años, Strivanza adquirió el Scintia News, del que aún es dueño a la fecha. En aquel momento todos pensamos que sería un cambio para mejor, y al principio pareció que sí. Pero luego vinieron los cambios verdaderos: la censura, las restricciones, el rechazar por completo una noticia sin razón aparente... Aunque luego me enteré que esto pasaba justo cuando Strivanza daba la instrucción; en otras palabras, cuando ésta de alguna manera le molestaba o no le parecía.

»Yo no aguanté mucho esa situación, y renuncié. Y pasé un tiempo buscando alguna publicación que no le temiera a ese maldito. Por suerte para mí, la dueña de Wexzine es incluso un poco más rica que él, pero mucho más honesta. Y desde que estoy aquí, he estado investigando a Strivanza intentando encontrar qué oculta exactamente, y por qué rechazaba todas esas notas. Sospechaba desde entonces que había algo turbio detrás de todo eso, y ahora estoy más que convencido.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora