CAPÍTULO 49 (+18)

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CAPÍTULO 49 (+18)

Esa noche de jueves, Nicole y Ruby la pasaron juntas como más les gustaba: un paseo en Lirio al edificio de Nicole, una cena ligera, y una ducha en pareja, en la cual lo que menos hacían era bañarse en realidad. Ambas chicas comenzaron a devorar los labios de la otra con ansia desde el momento justo en que se pararon de la mesa, y a recorrer sus manos por sus cuerpos con el ferviente deseo de poder sentirse completamente. Una vez cruzaron la puerta de la habitación, comenzaron a prácticamente arrancarse cada prenda, dejando una a una en el camino hasta el cuarto de baño de Nicole.

Durante esos tres meses que llevaban de relación, se habían tomado su tiempo para explorar cómo funcionaban en el ámbito sexual. Lo cierto es que al inicio les resultó un poco complicado acoplarse, pues claramente cada una tenía su ritmo y formas, que no siempre entraban en concordancia. Para Nicole aquello había resultado muy distinto a cómo fue con Giselle, o incluso con Jaime; mas esa era una comparación en la que se rehusaba incluso a pensar demasiado.

Aun así, con su debido esfuerzo en conjunto, ambas fueron capaces de conocerse mejor, y reconocer el compás de la otra. Y en momentos, como el de esa noche, todo concordaba y era casi perfecto.

Una vez bajo el agua caliente de la regadera, ambas siguieron besándose y acariciándose, resbalando sus dedos por sus pieles húmedas y tibias, permitiéndose explorar incluso sus rincones más ocultos y secretos. Nicole había tenido problemas para tomarle el gusto a eso de bañarse con otra persona, pero ahora resultaba incluso de sus actividades favoritas. A ambas les gustaba cubrir sus manos de jabón, y pasarlas por todo el cuerpo de la otra. Les gustaba pasar sus lenguas juguetonas por las gotas de agua que quedaban adheridas a la piel de su pareja. Les gustaba pegar sus cuerpos, y dejar que estos se frotaran entre sí, resbalando con mayor facilidad gracias al agua y el jabón. Pero sobre todo les gustaba la sensación de absoluta privacidad, encerradas en ese espacio pequeño, envueltas en el vapor, sintiéndose como las únicas personas en el universo entero.

Tras juguetear un buen rato con sus manos y el jabón, Nicole bajó por el cuerpo de su novia, dibujando un camino de besos desde la base se su cuello, pasando por su hombro, haciendo una leve escala en el pequeño pezón que decoraba su pecho izquierdo, y continuando poco después por su vientre, bajando más hasta que sus rodillas tocaron el suelo mojado de la regadera.

Ruby no dijo ni preguntó nada; no necesitaba mayor explicación para entender sus intenciones. Se limitó a simplemente pegar su espalda contra la puerta de cristal, y observarla atentamente con su respiración agitada.

Nicole se colocó por completo de rodillas delante de ella, y continuó con su camino de besos hasta llegar a esa área decorada con vello oscuro y rizado; totalmente contrastante con la cabellera lacia y rosada que coronaba la cabeza de Ruby. Sin vacilación alguna, y apoyándose de sus manos para abrirse camino, Nicole pegó su boca contra el área privada de Ruby, apretujando por completo su labios contra ésta, y atreviéndose además a recorrerla con su lengua en movimiento verticales, que desde el mero inicio se percibían algo más intensos de lo esperado. Pero esto no molestó a Ruby en lo absoluto, y lo dejó saber en la forma de un intenso grito de placer que escapó de sus labios, y en cómo sus manos se aferraron firmes a la cabeza de Nicole, como si quisiera forzarla a permanecer en ese sitio. Pero aquello no era necesario; Nicole no tenía intención de ir a ningún lado.

La joven pasante de Wexzine se concentró diligentemente en su tarea, estimulando con su lengua y labios los puntos precisos, que por su práctica sabía bien dónde estaban y cómo tocar cada uno. El agua caliente de la regadera que resbalaba por el cuerpo de Ruby llegaba hasta Nicole, y ésta terminaba inevitablemente bebiendo de ella, combinada con el propio sabor de su pareja. De vez en cuando alzaba su mirada para intentar contemplar el rostro de Ruby. El agua de la regadera cayendo en su cara no se lo dejaba fácil, pero lograba de alguna forma apreciar el placer que la inundaba con cada una de sus acciones. Ruby también la miraba de regreso, suplicándole con la sola mirada que no parara, al tiempo que se mordía su labio inferior con quizás más fuerza de la debida.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora