CAPÍTULO 36

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CAPÍTULO 36

A la hora de la salida del día siguiente, Ruby no acompañó a Nicole a su casa, y en su lugar cada una se fue por su cuenta a su respectivo departamento para así bañarse y arreglarse, quedando de verse en el edificio de Nicole a las ocho para irse las tres juntas al restaurante.

Desde la noche anterior en la que mencionaron que el lugar al que irían era de los más elegantes de la ciudad, Nicole tuvo una pequeña crisis existencial al preguntarse qué llevaría puesto. En realidad no tenía muchas opciones, pues las prendas que había traído de casa no eran tan poco tan variadas, y la poca ropa nueva que se había comprado en Nueva Scintia era toda casual. Lo más "elegante" que encontró en su guardarropa fue un vestido negro sin hombros sujeto al cuello, que su madre le había dicho que podía usar en algún coctel o fiesta de jardín. No se había dado ninguna de las dos ocasiones aún, pero quizás esa sería la excusa perfecta para desempolvarlo.

Los zapatos fueron otro problema. Desde que en la entrevista le avisaron que para su puesto el código de vestimenta no exigía zapato de tacón alto, y en vista de que estos nunca habían sido mucho de su agrado, no se había molestado por traerse ningún par consigo. Lo más formal que había traído eran unos zapatos flat de charol negro; tendrían que bastar.

Con respecto al cabello y al maquillaje, para el primero optó por esa ocasión recogerlo un poco con la ayuda de un par de broches, y para lo segundo por un discreto labial rosado y sólo un poco de rubor al juego.

Al mirar todo en conjunto en el espejo, la verdad es que no se veía nada mal. Aunque inevitablemente terminó preguntándose para quién exactamente se estaba arreglando. ¿Para ella misma? ¿Para Ruby? ¿Para Giselle...?

El arreglarse la distrajo por un tiempo de tener que pensar en lo que implicaría estar las tres sentadas en la misma mesa toda la noche. Lo mejor sería tomarlo todo con calma, sólo como una salida normal de tres amigas (si es que se les podía llamar así) que iban a ir a cenar. Nada más.

Estando en el cuarto, escuchó el sonido del intercomunicador en el recibidor sonando, por lo que se apresuró hacia éste. Olvidó por un momento que traía sus zapatos de charol lo que la destanteó un poco, pero logró mantener el equilibrio lo mejor posible para no caer de bruces y romperse la nariz antes de salir.

—¿Sí? —pronunció en el micrófono del panel.

—Hola, soy yo —sonó en ese momento la voz de Ruby a través de la bocina.

—¡Hola! Sube, ya casi estoy lista. Recuerda, es en el piso 10, departamento 80.

—Lo tengo, no te preocupes.

Desde el mismo panel presionó el botón para abrir la puerta principal de la planta baja y así Ruby pudiera ingresar.

Había dicho que ya casi estaba lista, pero en realidad ya no tenía mucho más que hacer. A lo mucho, mientras esperaba a que subiera, se revisó una última vez en el espejo, cuidando que todo estuviera en su sitio. Cuando escuchó que llamaban a la puerta, de nuevo volvió a correr de regreso al recibidor del mismo modo que antes.

—Un segundo, ya voy —exclamó con fuerza unos pasos antes de la puerta. Retiró rápidamente el seguro principal de ésta y la abrió.

Del otro lado, se asomó el rostro de Ruby, al principio sonriente, pero luego pareció llenarse de asombro al echarle un vistazo completo al look de Nicole.

—Wow —exclamó maravillada, colocando una mano sobre su pecho—. Casi me desmayo.

—¿Es demasiado? —cuestionó Nicole con preocupación—. Es que entendí que era un restaurante elegante, y esto es lo más... elegante que tengo.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora