CAPÍTULO 19 (+18)

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CAPÍTULO 19 (+18)

A Nicole no le sorprendió mucho ver que la habitación principal era exactamente del mismo tamaño que la suya. Aunque, del mismo modo que el resto del departamento de Giselle, se percibía igual... pero a la vez diferente. La cama era alta y bastante amplia; a Nicole le pareció que tres personas podrían dormir en ella cómodamente. Pero lo que más le impresionó fue que tenía un dosel alrededor, con cortinas azuladas y columnas de madera pintadas de blanco en cada esquina. Nicole sólo había visto algo así en películas. Le pareció además extraño, pues parecía un poco anticuado en comparación con el resto del departamento que era más contemporáneo. Del lado izquierdo de la cama, logró visualizar fugazmente un escritorio, y lo que le pareció era un restirador de dibujo.

Igual no pudo preocuparse mucho del escritorio o por la cama, pues en cuanto estuvieron frente a ésta última, sintió como Giselle la tomaba y la giraba delicadamente hacia ella. Similar a como la había seguido, la invitada se viró obediente hacia su anfitriona, encontrándose de nuevo con esos enormes y brillantes ojos azules.

Giselle la tomó de la barbilla con una mano, y se aproximó hacia ella. Nicole sintió el inminente beso cosquilleándole los labios, e inconscientemente cerró los ojos en espera de éste. Este nuevo beso fue diferente a los anteriores; más lento, más delicado... y aun así Nicole sintió que sus piernas le temblaron al recibirlo.

Una vez que se separaron, Giselle tomó la blusa y el sostén de Nicole y se las retiró con cuidado hacia arriba. Sólo hasta ese momento, en el que se encontró ya totalmente desnuda, Nicole se dio cuenta de que Giselle no se había quitado ni una sola prenda para ese momento. Ella era la única expuesta, de pie en el centro del cuarto de una mujer que no llevaba más de un par de semanas de conocer. Y ese pensamiento la hizo sentir tan cohibida que por reflejo intentó cubrirse con sus brazos y desviar su vista.

Giselle sonrió, al parecer un poco divertida por su reacción, aunque por supuesto que la comprendió. Con el mismo cuidado con el que la había guiado hasta ahí, le indicó que se sentara en la orilla de la cama, y Nicole siguió obedeciéndole. Y estando su invitada sentada y ella de pie ante ella, Giselle comenzó a desvestirse, poco a poco, prenda a prenda, asegurándose de que Nicole pudiera ver de frente cada uno de sus movimientos.

Primero lo fácil: se soltó el cabello, dejándolo caer libremente sobre sus hombros y espalda. Luego, se retiró por arriba su camiseta, dejando a la vista de su acompañante su torso torneado, y sus pechos cubiertos sólo por un sostén negro de encaje, con un diseño que a Nicole le pareció tan sexy que posiblemente ella misma nunca se atrevería a usar algo así, ni siquiera estando sola.

Luego los shorts. Giselle los desabrochó y comenzó a bajarlos por sus largas piernas, mientras sus ojos pícaros se encontraban fijos en Nicole; esa mirada hizo más efecto en ella que todo lo demás. Sus pantaletas también iban al juego con el sostén.

—Qué... bonita ropa interior —murmuró Nicole algo nerviosa, regresando un poco el cumplido que ella le había hecho anteriormente.

—Gracias —respondió Giselle con tono coqueto, dejando en el suelo sus shorts junto con todo lo demás.

Se paró entonces derecha frente a Nicole, dando incluso un paso hacia ella para que pudiera apreciarla de más cerca. Era simplemente... perfecta; quizás la mujer más hermosa que hubiera visto en persona, tanto que casi le parecía irreal. Y a pesar de que ahora estaban casi en igualdad de condiciones, Nicole se sentía ahora incluso más cohibida que antes. Aun así, sus ojos no pararon de recorrer la hermosa silueta ante ella. Nunca imaginó que el cuerpo de otra mujer pudiera causarle tanta fascinación...

Tras permanecer quieta y en silencio por un rato, Giselle se inclinó ligeramente hacia adelante. Nicole pensó por un momento que la volvería a besar, pero sólo mantuvo su rostro frente al suyo, con una sonrisita juguetona. Y mientras estuvo en esa posición, dirigió sus manos a su espalda, desabrochándose rápidamente el sostén, y pasando justo después los tirantes por sus brazos. Se retiró por completo la última prenda de su torso, dejándola caer sin más al suelo a su lado.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora