CAPÍTULO 20

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CAPÍTULO 20

Las siguientes semanas para Nicole fueron notoriamente mejores y más placenteras; de varias formas. En el trabajo poco a poco le iban confiando más labores, más allá de comprar café o transcribir notas. Aquello claro significaba más trabajo, más estrés, pero lo prefería por encima de estar sin hacer nada esperando o sirviendo únicamente de recadera. Además de que había encontrado casi por accidente la forma adecuada de aligerar dicho estrés y liberar su mente.

Había continuado saliendo con Jaime, ya fuera a cenar, al cine, o sólo a su departamento a tener algo de sexo casual. Jaime le había mostrado rápidamente la gran diferencia que había entre Derek y él en todo aspecto posible. No podría decir si acaso era porque era mayor y más experimentado, o simplemente ahora se daba cuenta que su ex novio era un patán inmaduro. Como fuera, pasar el tiempo con él resultaba muy agradable. Y además de sus salidas y el sexo, Jaime había dedicado también una parte considerable de tu tiempo enseñarle un poco de la labor de reportero. No la había llevado de momento a tomarles más fotografía a jefes de la mafia, pero sentía que ya iba comprendiendo la mayoría de las cosas.

Y Nicole pensaba que en parte esto igual le ayudaba un poco a él a olvidarse unos momentos de su difícil investigación, y reacomodar sus ideas. Después de todo, "un par de orgasmos ayudan de vez en cuando a dejar fluir la imaginación," le había dicho Giselle en una ocasión en la que su vecina se había puesto a trazar en su block de dibujo, justo después de que ambas habían terminado su sesión nocturna y reposaban en la amplia cama de la diseñadora de modas.

Y hablando de Giselle, por supuesto aquella primera noche que pasaron en su departamento no fue la última. Al igual que con Jaime, se había citado regularmente con "la chica del otro balcón" en diferentes ocasiones. Con ella era mucho más sencillo, pues literalmente vivía al lado de ella. Así que mientras solía verse con Jaime más que nada una vez por semana, a Giselle la visitaba dos o incluso tres veces, dependiendo de cómo ambas estuvieran de trabajo y de ánimos.

La diferencia más grande las citas que tenía con uno u el otro, era que con Giselle hasta el momento todo había sido ir a su departamento, estar ahí, conversar, cenar algo ligero... y claro, también tener sexo. No sabía si ese tipo de relación, o lo que fuera que tuvieran, podría abrirse a también salir a cenar afuera o algo así. Nicole no se había atrevido a sugerirlo, y Giselle tampoco había dado algún indicio al respecto. De momento le parecía que estaba bien así.

Así que entre el trabajo, Jaime y Giselle, Nicole parecía haber encontrado la fórmula ganadora para sobrevivir en la ciudad; y le había tomado bastante menos tiempo de lo que esperaba. Y eso se notaba bastante en su buen ánimo, que iba arrastrando por la oficina casi todos los días. Y esa mañana de miércoles no era la excepción.

Tras volver de su encargo matutino por café, Nicole comenzó a hacer el habitual tour por los escritorios, entregándole su pedido a cada uno. A esas alturas ya se había vuelto casi una maestra de las charolas para café, y de cómo cargar varias a la vez.

—Aquí tienes, Jefferson —exclamó con un tono alegre, colocando el vaso de café en el escritorio del reportero de deportes—. Aquí está tu café. Y tus notas también ya están listas, por cierto.

—Gracias, Nicole —murmuró Jefferson, un poco distraído. Tomó casi a tientas el vaso de café, y le dio un rápido sorbo—. Esto está excelente.

—Quisiera tomar el crédito, pero yo sólo fui por él —bromeó Nicole acompañada de una pequeña risilla, misma que incluso pareció contagiársele un poco al propio Jefferson—. Con permiso.

Nicole continuó con su entrega en cada escritorio sin detenerse mucho a platicar, aunque eso cambio cuando a mitad del camino casi chocó de frente con Ruby. Por suerte la interna hizo alarde de sus ganadas habilidades para esquivarla rápidamente y prevenir cualquier accidente.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora