CAPÍTULO 59

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CAPÍTULO 59

Nicole y Giselle se internaron en la pista, y comenzaron sin espera a moverse al ritmo de la música, sueltas una a lado de la otra entre la multitud, o a veces tomándose de una mano. Se mezclaban a la perfección con el resto de cuerpos felices y animados, brincando y celebrando.

—¡Creo que es la primera vez que bailamos juntas! —gritó Nicole en alto para hacerse oír por encima de la música.

—Sí, es cierto —pronunció Giselle. Para su sorpresa, Nicole resultaba ser bastante más rítmica y desenvuelta bailando de lo que se esperaba. Ella, por su parte, era un poco menos efusiva, pero se estaba soltando poco a poco—. Me temo que lo que Mary dijo es cierto; no suelo hacerlo mucho, en realidad.

—Me es un poco difícil creer que en algún momento fuiste una persona introvertida.

—Aún lo soy un poco. Aunque creo que lo sé disimular mejor...

Antes de que terminara de hablar, un gritito agudo se hizo presente por encima de todo el ajetreo que las rodeaba, haciendo que ambas se pusieran casi en alerta. Al girarse, lo único que Nicole alcanzó a ver por el rabillo del ojo, fue el blanco puro del vestido de novia de Jessica, antes de que prácticamente se le lanzara encima y la rodeara con sus brazos.

—¡Nicole! —pronunció la alegre novia en alto, al tiempo que la abrazaba con fuerza y pegaba su mejilla contra la suya—. Qué gusto verte, ¡creí que no vendrías!

—Hola, Jessica —pronunció Nicole en voz baja, intentando disimular un poco su incomodidad. Suponía que si ya eran lo suficientemente conocidas como para asistir a su boda, debían serlo también para abrazarse de esa forma—. A última hora me animé a venir y acompañar a Giselle.

—¿Y Ruby? —preguntó Jessica con curiosas, apartándose un poco para poder mirarla a los ojos.

La expresión de Nicole se ensombreció un instante ante tal pregunta. Intentó disimularlo rápidamente con una sonrisita despreocupada, aunque eso no bastó para que Giselle no se diera cuenta.

—No, ella no está aquí —informó Nicole con seriedad—. Vine sola.

—Oh, está bien —respondió Jessica, asintiendo. Ella evidentemente no había notado ese cambio en su humor—. Pero bueno, diviértete mucho, bebe y come lo que quieras. Que esta noche no hay límites para nada, ¿me escuchaste bien?

—Jessy, ¿acaso ya estás ebria? —le preguntó Giselle con falso tono de regaño.

—No, no, claro que no —pronunció Jessica reiterativamente, negando con la cabeza. Aunque la sonrisita embobada que apareció justo después en sus labios no le daba peso a su afirmación—. Tú siempre cuidándome, Giselle —pronunció en voz baja, al tiempo que apoyaba su espalda contra el torso de su amiga—. Pero ya no tienes que preocuparte por mí porque, a partir de ahora, Lucas me cuidará.

Una media sonrisa un tanto apagada se dibujó en los labios de Giselle.

—Sí, es cierto. Al fin me libraré de ti, ¿verdad?

—No digas eso —pronunció Jessica en alto casi ofendida, dándole al instante una palmada juguetona en su brazo—. Tengo que seguir atendiendo a los invitados, pero ustedes sigan divirtiéndose, ¿sí?

Soltó un pequeño gritito de emoción alzando sus brazos al aire, y luego se alejó bailando entre la gente.

—Al menos se ve feliz —indicó Nicole con humor, mientras la miraban alejarse.

—Quizás demasiado, diría yo —añadió Giselle, encogiéndose de hombros.

Siguieron bailando un rato más del mismo modo. Sin embargo, tras dos canciones más, la última de éstas terminó, y en su lugar hubo un cambio un tanto drástico, pues la canción siguiente fue una balada bastante más lenta y calmada. Aquello tomó a Giselle y Nicole un poco desprevenidas. Vieron de soslayo como muchas de las personas dejaban la pista, y las únicas que se quedaban o se sumaban, eran justo parejas que comenzaban a bailar lento y abrazados. Y ellas en algún momento quedaron justo en el centro de todas ellas.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora