CAPÍTULO FINAL

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CAPÍTULO FINAL

Una vez que Ruby se fue, Nicole ingresó sin más espera al edificio, y se dirigió derecho hacia el elevador para subir a su piso. Volver a hacer ese mismo recorrido, con su maleta detrás de ella, y terminar ingresando por la puerta del departamento 80, igualmente la hizo rememorar aquel primer día en Nueva Scintia. De hecho, al avanzar por el recibidor del departamento e ingresar a la sala, por un instante se sintió en un sitio ajeno y nuevo; como si ingresara a la casa de alguien más, y no al que había sido su hogar todos esos meses.

La sensación se desvaneció rápido, pero dejó algo más detrás. Nicole no supo exactamente cómo ponerlo en palabras, o al menos no al inicio. Pero conforme desempacaba su maleta y acomodaba sus ropas, una idea casi invasiva comenzó a poblar su mente: era como si la Nicole que se había ido de ahí el día anterior, y la que había vuelto ese día, no fueran la misma persona.

Esto no le resultaba de hecho tan nuevo. Había sentido lo mismo en cuanto dejó su casa y llegó a esa ciudad. Sintió lo mismo luego de la primera vez que estuvo con Giselle, y posteriormente luego de su discusión tras la que se separaron por tanto tiempo. Y ahora volvía a sentir lo mismo, pero... ¿era sólo porque volvía a estar en buenos términos con Giselle? ¿O se trataba de algo más?

Difícil decirlo con seguridad.

Pero quizás la vida adulta era así; una serie de situaciones y cambios con los que uno tenía que lidiar, y no dejarse caer. Un nuevo trabajo, una nueva ciudad, nuevos amigos, un nuevo trabajo, una nueva relación... Todo se mantenía cambiando, aunque no lo pareciera a simple vista. Y eso no tenía por qué ser algo malo.

Una vez terminó de acomodar sus cosas, se tomó un momento para sentarse en la cama, y se quedó ahí mirando fijamente a la pared, aunque su mente divagaba muy lejos de ahí en realidad. Sólo hasta ese momento comenzó a asentarse por completo la idea de que había terminado definitivamente su relación con Ruby. Aquello le entristecía más de lo que se esperaba, pero el fin de cualquier tipo de relación, incluso una de amistad, inevitablemente iba acompañado con un poco de eso. Habían sido unos tres meses con cosas buenas y cosas malas, como bien le había dicho, pero que recordaría con mucho cariño. Y confiaba en que a dónde fuera que ella fuera, Ruby estaría bien y saldría adelante. Era una chica fuerte; mucho más que ella, sin duda.

Se paró de la cama en cuánto le fue posible salir de sus cavilaciones, y se estiró un poco, soltando al aire un pequeño quejido. Quizás sería un buen momento para continuar con ese trabajo que se suponía haría durante el fin de semana, pero primero le apetecía comer algo.

Se dirigió entonces con paso relajado hacia la cocina, pero a medio camino las cortinas que cubrían las puertas del balcón captaron su atención, y la hicieron detenerse. Se quedó ahí por unos instantes, sin razón aparente, hasta que sus pies prácticamente comenzaron a moverse por sí solos en dicha dirección. Jaló las cortinas hacia un lado, dejando que la luz dorada del exterior bañara el interior. Hacía un día hermoso afuera; como para estar en una playa.

Deslizó hacia un lado la puerta de cristal, y salió con pasos casi dubitativos. Su mirada estaba fija en el cielo despejado, y en aquella hermosa vista de la ciudad. Avanzó hasta apoyarse en el barandal, y poder admirar con mayor detenimiento aquel escenario que, si bien ya no resultaba nuevo para ella, no dejaba de asombrarla.

—Sí, es impresionante la primera vez, ¿verdad? —escuchó que canturreaba una voz no muy lejos de ella—. O, en tu caso, la cincuentava también.

Nicole sonrió ampliamente sin poder evitarlo, y se giró lentamente hacia su izquierda; hacia el balcón justo al lado del suyo. Y como en una repetición de aquel primer da que tanto había llegado a su memoria, su mirada se clavó fija en Giselle, sentada en su silla plegable, al lado de su bonito jardín colgante, con un bloc de dibujo apoyado en sus largas y bonitas y piernas, sus elegantes anteojos en el rostro, y el lápiz de dibujo deslizándose grácilmente por el papel.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora