CAPÍTULO 24
Esa noche, Nicole tomó un taxi para llegar más rápido a su casa luego de salir del trabajo. Aunque, para su gusto, no había sido lo suficientemente rápido. Aún no estaba segura de cómo había ocurrido, pero de un momento a otro mientras charlaba con Jaime a la hora de la comida, surgió de nuevo el tema de que siempre se veían en el departamento de él, y que nunca lo había invitado a ir al suyo. De ahí no tenía claro si ella lo terminó invitando, o si él acaso se invitó solo, pero el orden no afectaba el resultado, pues habían acordado verse esa noche ahí para variar. Y debía ser esa noche, pues al parecer Jaime estaría ocupado el fin de semana redactando y dándole forma a sus notas.
—No hay problema —había dicho Nicole confiada—. Será divertido.
No tenía tampoco idea de por qué había dicho eso.
Por suerte Jaime se había ausentado toda la tarde, y dijo que no volvería para antes de la hora de la salida así que la vería en su departamento más tarde. Eso era malo ya que de la otra forma él podría haberla traído a casa y se hubiera ahorrado el taxi, pero era bueno porque eso le daba una hora y un poco más para llegar a su departamento, arreglar y limpiar lo mínimo para que éste se viera presentable, ordenar la cena, y darse un baño rápido.
A veces le sorprendía a sí misma lo eficiente que podía ser bajo presión, pues a pesar de tener el tiempo en contra, había logrado hacer todo lo que se propuso, e incluso con algo de tiempo de sobra. Si acaso le había faltado trapear un poco, pero una buena barrida fue igual de efectiva.
Al salir de la ducha, se apresuró a secarse el cabello y a cambiarse con una ropa más acorde a la velada. Su atuendo elegido se compuso de una blusa blanca de mangas cortas y los hombros descubiertos, y una falda corta de mezclilla que se había comprado hace relativamente poco. Y claro, cuidó igual la ropa interior elegida: unas pantaletas y sostén nuevos al juego, rosados y con encaje; bastante sexys, al menos desde su perspectiva.
Al verse al espejo ya vestida, peinada, y sólo con unos pequeños trazos de maquillaje, debía aceptar que le agradaba como se veía. Muchas cosas habían cambiado desde que vivía ahí. Antes siempre había usado ropa mucho más modesta, y solía no pensar mucho en su propio cuerpo, o si éste era de hecho atractivo o no. Se limitaba a confiar en las palabras de Derek cuando le decía que se veía bien o era bonita, y nunca se preocupaba por pensar más allá de ello. Pero ahora se había vuelto un poco más consciente de sí misma, y podía verse en un espejo y en verdad decirse que la chica que miraba al otro lado era en verdad un bombón apetecible... Quizás no con esas palabras exactamente, pero igual tenía clara la idea.
Escuchó de pronto que alguien llamaba a la puerta del departamento, haciéndola saltar en su sitio y sacándola abruptamente de si introspección.
—¡Ya voy! —exclamó con fuerza, y se apresuró rápidamente con sus pies descalzos por el suelo recién barrido hacia la sala, y luego hacia el recibidor—. Un segundo, Jaime. Ya casi estoy lista...
Retiró rápidamente la cadena y el seguro de la puerta, bastante confiada de que se trataba de la persona que esperaba. Tanto así que ni siquiera se tomó la molestia de mirar por la mirilla, o siquiera de detenerse a caer en cuenta de que Jaime no podría haber entrado al edificio al menos de que ella le abriera la puerta de abajo por el intercomunicador. En retrospectiva todo aquello tendría bastante sentido, y no tendría que haberle sorprendido que la persona al otro lado de la puerta no era él.
Pero como fuera, inevitablemente aquella aparición repentina frente a su puerta la terminó dejando sorprendida, y bastante nerviosa...
—¿Giselle? —pronunció Nicole en voz baja, no estando segura en realidad si lo había dicho.
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La Chica del Otro Balcón
RomanceNicole acaba de conseguir su primer trabajo como interna en una revista reconocida, y por ello ha tenido que mudarse de su pequeño pueblo a la gran ciudad. En el primer día en su nuevo hogar, se encuentra a Giselle, su vecina del departamento de al...