La Chica del Otro Balcón

CAPÍTULO 61 (+18)

CAPÍTULO 61 (+18)

El beso se prolongó por varios segundos más, cada una disfrutando gratamente del calor y el sabor de la otra, embriagándose de estos. Pero ambas sabían que no podían permanecer por mucho tiempo solamente así; sus cuerpos, encendidos por la pasión de aquel beso, gritaban con fuerza que anhelaban sentir mucho más.

Sin apartar sus labios de los de Giselle, Nicole dio el primer paso, dirigiendo sus manos hacia la orilla de la camiseta que ella misma le había prestado a su acompañante, y rápidamente la jaló hacia arriba hasta retirársela por completo de un certero, y casi desesperado, tirón; era obvio que ya no la necesitaría para dormir esa noche, después de todo. Sólo entonces ambas se atrevieron a romper su beso, y al momento abrieron sus ojos, admirando con un ferviente deseo a la otra.

Giselle se aproximó afanosa hacia Nicole, besándola de nuevo en los labios dos veces, y de inmediato se dirigió hacia un lado. Nicole tembló al sentir el roce de sus labios contra su oído, y luego no pudo evitar soltar un pequeño gemido al aire en cuanto los sintió sobre su cuello. A su vez, los dedos de la mano derecha de la diseñadora se dirigieron al costado de su amante, introduciéndose por debajo de su blusa. Nicole sintió el roce de aquellas yemas como fuego en su piel, mientras Giselle le subía su prenda, hasta sacársela por arriba como ella había hecho. Ella no se lo impidió.

Casi todas sus demás prendas no tardaron en pasar por el mismo proceso. Las manos ansiosas de Giselle no tardaron en prácticamente arrancarle el brasier a Nicole, y de retirarle su short de tela por sus piernas, acompañada de unos más sutiles y discretos besos en sus muslos, e incluso un par de mordidas. Nicole hizo lo mismo, comenzando a recorrer sus manos por lo alcanzaba de los brazos y la espalda de Giselle, deleitándose con su suavidad. No tardó en encontrar a tientas el seguro de su brasier, y también liberarlo con sus dedos, de tal forma que ambas terminaran cubiertas únicamente por las delgadas telas de sus pantaletas.

Amabas se detuvieron un instante en ese punto, conteniendo sus ansias lo suficiente para recorrer con la mirada el hermoso cuerpo de su acompañante, expuestos ante ellas, sus pieles reluciendo ante la tenue luz de las lámparas de noche, erizadas un poco debido al clima fresco de la habitación. Era una imagen tan deslumbrante, como si fuera la primera vez que se veían.

Nicole retrocedió con cuidado en la cama para darle espacio, y Giselle se subió ésta, en cada momento sin quitarle los ojos de encima a la preciosa chica delante de ella. Estando casi sobre ella, como un animal dominando a su presa, Giselle no se contuvo ni un poco, y comenzó a recorrer sus hambrientos labios por su hombro, su clavícula, y bajando un poco más hasta recorrer la ruta más larga hacia sus pechos. Sus manos no se quedaban tampoco tranquilas, pues sin espera comenzaron a recorrer lo que alcanzaba del resto de su piel expuesta, redescubriendo un terreno que añoraba volver a explorar.

Nicole suspiró con fuerza ante cada pequeño roce que Giselle hacía contra su ser, llegando a morderse un dedo en un intento de no gritar con tan poco. El delicioso contacto de Giselle contra ella le resultaba tan familiar, pero a la vez un poco diferente. El tacto de Giselle estaba cargado de una singular dulzura, un tanto inusual en ella, pero que a Nicole en verdad no le desagradaba.

Giselle arribó al fin a la altura de sus pechos, y su hambrienta boca y lengua no tardaron en posicionarse contra uno de sus sensibles pezones. En cuanto la punta de esa lengua húmeda la comenzó a recorrer de esa forma, Nicole no pudo evitar soltar un pequeño gemido al aire de sorpresa, pero también de placer como una sacudida que le recorría el cuerpo entero. Aquello fue una invitación para Giselle para continuar y consentir los pequeños botones de Nicole, recibiendo una reacción parecida en cada ocasión. Nicole incluso en un momento la rodeó firmemente con sus brazos, pegándola contra ella con un ferviente deseo de sentirla más.