CAPÍTULO 37

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CAPÍTULO 37

La velada fue prosiguiendo con aparente normalidad. Quizás un poco empujadas por el propio alcohol, las cosas comenzaron a soltarse. Los nervios y la incomodidad inicial se fue amortiguando, y las chicas (o al menos Nicole y Ruby) empezaron a pasarla bien entre margaritas, temas de conversación, bromas, y anécdotas divertidas.

Cuando se encontraban a la mitad de sus platos, y ya al menos dos margaritas y media consumidas, la plática se inclinó un poco más hacia el trabajo de Ruby como encargada del área de sistemas de su empresa, y todo lo que esto involucraba. Entre una cosa y otra, surgió el tema concreto de cómo funciona la publicidad en internet. Y, para sorpresa tanto de Nicole como Giselle, Ruby no tuvo reparo en dar una larga explicación al respecto, aunque sin entrar a un terreno demasiado técnico para que resultara entendible para ellas.

—...y así es como básicamente, en base a tu comportamiento, búsquedas, publicaciones o videos a los que reaccionas, este algoritmo identifica y predice tus gustos y preferencias. Y por eso te muestra publicidad justo de eso que estabas buscando.

—Cielos —masculló Nicole, impresionada—. Pero, ¿entonces los celulares te espían o no?

—¿Te refieres a sí oyen lo que dices con el micrófono o si te graban con la cámara sin tu permiso? —Ruby se encogió de hombros—. No hay pruebas suficientes que lo verifiquen, aunque tampoco que lo nieguen. Aunque por experiencia te digo que la mayoría de estas empresas no necesitan escuchar tu micrófono. Tus solas conductas de navegación y búsquedas son suficientes. Pero hey, la mayoría del tiempo lo único que quieren es hacer que compres sus productos. A la mayoría no les importa qué tipo de porno ves, al menos de que te puedan vender un producto en base a ello.

—¿Cómo ropa interior, juguetes, o algo así?

—O pantuflas de oso.

—¿Pantuflas de oso? —exclamó Nicole con confusión, aunque claramente también divertida—. ¿Qué tipo de porno involucra pantuflas de oso?

—Te falta moverte por los rincones oscuros por los que yo me muevo —respondió Ruby con un aire misterioso en sus palabras. Nicole soltó una pequeña carcajada como respuesta, la cual Ruby no tardó en secundar.

Nicole y Ruby realmente parecían llevarse bien; demasiado bien... Bastante más de lo que Giselle había previsto, en realidad. De hecho, ambas estaban tan animadas y ensimismadas en su plática, que no parecieron percatarse de que en gran parte de la noche hasta ese momento, Giselle se había limitado más que nada a sólo escuchar, beber de su copa, y a lo mucho compartir algún comentario esporádico, principalmente cuando le preguntaban o decían algo de forma directa. Y cuando su comida al fin llegó, se limitó entonces a comer en silencio mientras Ruby daba su charla.

Esa cena de tres se había vuelto justo lo que Giselle había previsto, y se podría decir que hasta planeado, que sería: una cena de dos, con una invitada adicional. Sin embargo, lo que no había imaginado era que esa invitada adicional terminara siendo ella misma... Y si había algo a lo que no estaba acostumbrada, era a ser hecha de lado de esa forma.

No... eso no era del todo cierto. En realidad, sí que había estado hace tiempo acostumbrada a ser la tercera persona, la acompañante, la que se quedaba un poco al margen, observando y escuchando mientras la pareja feliz se la pasaba bien entre ellos. En ser la "amiga" de Jessica, y prácticamente su chaperona cuando salía con Lucas Mort, su... novio. Pero lo cierto es que no se había vuelto a sentir de esa forma desde que dejó su hogar y llegó a Nueva Scintia. No hasta esa noche, en compañía de Nicole y su "compañera de trabajo". Y, ciertamente, era una sensación que no le agradaba en lo absoluto.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora