CAPÍTULO 62

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CAPÍTULO 62

A la mañana siguiente, Giselle se despertó relativamente temprano. Nicole dormía plácidamente a su lado, y se veía tan adorable que no resistió el impulso de darle un cariñoso beso en su la mejilla. Nicole se revolvió un poco en su lugar ante el contacto, pero siguió dormida.

Giselle se levantó entonces de la cama y se dirigió de puntillas al baño. Se dio una ducha rápida para refrescarse, despertar, y limpiar cualquier rastro de la noche anterior.

Como había dicho, antes de volver a Nueva Scintia tenía que recuperar su equipaje, y para ello tendría que pararse una vez más en la residencia de los Herbert. Jessica le había mandado un mensaje durante la noche, no haciendo (por suerte) ninguna referencia al incidente que la hizo prácticamente huir de la fiesta. Su amiga se limitó a agradecerle su presencia, toda su ayuda y apoyo, y a desearle un buen viaje de regreso a casa. Adicionalmente, confirmó lo Giselle ya sabía: que Lucas y ella saldrían hacia el aeropuerto muy temprano, y que su madre ya sabía que volvería por su equipaje.

Giselle suspiró, con una mezcla de cansancio y resignación. No le apetecía mucho volver a esa casa, o en general cruzar palabra con cualquiera en Lybster. Pero no podía irse sin su maleta... o quizás sí. Pero eso implicaría prácticamente que se estaba escondiendo, y no tenía motivo para hacerlo. Ella no había hecho nada malo. Sólo había besado a la chica que amaba. Si alguien tenía un problema con eso, la culpa era suya, no de ella.

"Un último momento incómodo antes de irme para siempre", le había descrito a Nicole, y estaba más convencida de que así sería.

Al salir del baño, envuelta con una de las toallas blancas de la habitación, vislumbró a Nicole aún recostada en la cama y cubierta con los tendidos de ésta, pero con sus ojos abiertos fijos en ella.

—Buenos días —le saludó Giselle con un tono dulce.

—Buenos días —le respondió Nicole con voz adormilada, soltando justo después un largo bostezo—. ¿Vas a... ir a...?

La mente de la rubia pareció no estar lo suficientemente despierta para terminar de darle forma a esa frase, pero no fue necesario para que Giselle le comprendiera.

—Voy a recoger mi maleta, sí —le respondió con tono risueño.

Comenzó entonces a moverse por la habitación, buscando sus prendas: su ropa interior, así como su vestido y zapatos de fiesta. Al no tener su maleta, era lo único que tenía a la mano para vestirse. Se retiró la toalla del cuerpo, terminó sólo de pasarla por algunas zonas para terminar de secarse, y comenzó a vestirse con prontitud. Era totalmente consciente de que Nicole observaba muy atenta como se cubría su cuerpo desnudo, pero fingía que no.

—¿Segura que no quieres que te acompañe? —volvió a proponer Nicole, sonando ya más despierta.

—No, descuida. Quédate, termina de despertar, date un baño, y yo vuelvo enseguida.

—Sí vas a volver, ¿verdad? —preguntó Nicole de pronto, tomando a Giselle un poco desprevenida.

Al girarse a mirarla de nuevo, pudo notar aprensión, casi miedo, asomándose por sus ojos. Giselle sintió una pequeña punzada en el pecho ante esto, pero lo disimuló con una pequeña sonrisa despreocupada que, en otros tiempos, hubiera parecido más creíble. Se aproximó hacia la cama y se sentó a la orilla de ésta.

—Claro que sí —contestó con convicción, al tiempo que recorría sus dedos sutilmente por los desacomodados cabellos rubios de Nicole—. Mi hogar es Nueva Scintia, en mi edificio, en mi departamento, y contigo a lado. Espérame y volveremos las dos juntas, ¿sí?

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora