CAPÍTULO 22

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CAPÍTULO 22

Nicole no tuvo claro por qué había aceptado acompañar a Giselle a su departamento después de todo. ¿No estaba molesta e incómoda por el asunto de la foto y por la tal Bárbara? ¿No se encontraba cansada tras haber salido con Jaime? ¿No tenía trabajo al día siguiente? La respuesta a todas esas preguntas era "sí". Y, pese a eso, ahí se encontraba.

¿Había sido por mera curiosidad por saber con qué quería que le ayudara con exactitud? ¿O simplemente su vecina seguía teniendo esta curiosa influencia en ella que la hacía hacer todo lo que le dijera sin cuestionarse demasiado? Si era eso último, resultaba muy preocupante.

Al menos había dicho que no era nada sexual, y... en parte era cierto...

Nicole sentía su corazón latir con fuerza, y se le dificultaba un poco tranquilizar su respiración. Había estado tantas veces en esa habitación en situaciones más embarazosas, y aun así no recordaba haberse sentido tan nerviosa como en ese momento en el que estaba sentada en la orilla de la cama, sin una sola prenda cubriéndole el cuerpo, con sus piernas cruzadas, sus manos apoyadas en la cama a sus lados, y su rostro volteando ligeramente hacia la derecha como si viera algo fascinante en el horizonte.

Giselle, por su parte, estaba sentada en una silla frente a la cama, a unos metros de distancia de ella, y sostenía en un brazo uno de sus largos blocs de dibujo, mientras con su otra mano pasaba velozmente su lápiz de carbón sobre el papel. Sus ojos, de mirada bastante intensa y cubiertos en esos momentos con unos anteojos de elegante armazón, se turnaban del cuaderno a ella repetidas veces.

Cuando Giselle dijo que la quería como modelo para un dibujo, al principio Nicole pensó que era algún tipo de broma. Cuando le pidió que se quitara toda la ropa y se sentara en la cama, pensó de inmediato que era algún tipo de truco sólo para llevar las cosas hacia otra dirección. Y pese a esas dudas, hizo justamente lo que Giselle le indicó; quizás en un intento por ver hacia dónde iba todo eso en realidad.

Sin embargo, todo parecía indicar que las intenciones de Giselle eran sinceras. Su anfitriona únicamente le sirvió un poco de vino para que se relajara, le ayudó a colocarse en la posición requerida, y entonces se sentó en esa silla con su bloc, lápiz, y su respectiva copa de vino en el suelo de la cual daba un sorbo cada ciertos minutos. Y por algún motivo, el saber que en verdad sí la iba a dibujar de esa forma, puso a Nicole aún más ansiosa que si acaso hubiera intentado algo más.

Al menos ahora tenía una nueva experiencia a agregar a su lista: ser modelo al desnudo para un retrato.

—No te muevas, por favor —masculló Giselle despacio mientras movía su lápiz—. Sé que es complicado, pero inténtalo.

—Lo siento —susurró Nicole rápidamente, forzando su cuerpo a retomar de nuevo la pose original, o al menos lo más cercano a ésta—. ¿Por qué estamos haciendo esto exactamente?

Giselle rio un poco, como si se estuviera acordando de algún chiste, que no estaba del todo dispuesta a compartir de momento.

—Me ayuda a soltar un poco la mano, despejar la mente, y así poder pensar en nuevos diseños —se explicó sin dejar de trazar con rapidez—. Y tengo que presentarle unos cuantos a Ricky antes del próximo viaje, así que lo necesito.

—¿Tu jefe el diseñador?

—Ese mismo.

—Pensé que el sexo era lo que te ayudaba a despejar la mente.

—Por supuesto —respondió Giselle rápidamente sin ninguna vacilación—. Pero a veces un poco de contemplación tranquila del cuerpo de una hermosa mujer resulta relajante. Y el tuyo en específico es realmente atractivo, ¿sabes?

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora