CAPÍTULO 06

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CAPÍTULO 06

Los días siguientes para Nicole fueron... extraños. La mitad del tiempo lo ocupaba principalmente el estrés y el cansancio esperado de la primera semana en su nuevo trabajo y hogar; y si se hubiera quedado en eso, podría incluso hasta agradecer el sentirse así. Pero el problema era que durante la otra mitad, su mente divagaba en lo ocurrido aquella extraña y casi irreal noche.

El trabajo le ayudaba a distraerse pero sólo un poco, pues cuando estaba sentada en su escritorio sin hacer nada en particular, irremediablemente volvía a aquel momento. Recordaba lo asustada, angustiada, y al mismo tiempo intrigada que se había sentido. Y por más que se decía a sí misma que debía olvidarlo y dejar todo como un simple hecho curioso que pasó, le era casi imposible cumplirlo. Esperaba que así como se acostumbraría con el tiempo a su nueva rutina, igualmente olvidaría aquello tarde o temprano.

Lo peor era al volver a su edificio. Le daba demasiada ansiedad la idea de cruzarse con esa chica, Giselle; ya fuera en la banqueta de enfrente, en el ascensor, en el pasillo o, aún peor, en el balcón. De hecho, había tenido hasta cierto miedo de salir a su balcón esos días, sintiéndose casi una rehén en su propio departamento. Fue así al menos durante el martes y miércoles, días en los que llegó apresurada a su casa, y ni siquiera se acercó a las cortinas.

Si se encontraba de nuevo con esa mujer, no sabía bien qué haría o qué diría.

Una parte de ella se imaginaba a sí misma tomando el control, y siendo ella quien le recriminaba por haber hecho tal cosa en un lugar público (si acaso el balcón de un departamento podría considerarse como tal), y exigiéndole más respeto hacia ella y sus espacios. Sin embargo, Nicole sabía muy bien que no haría tal cosa, y muy seguramente acabaría siendo incapaz de decir cualquier cosa, sintiendo tanta vergüenza como si hubiera sido ella la sorprendida en el acto.

Nicole no era ajena a los temas sexuales, ni tampoco se consideraba una mojigata. Después de todo, había perdido la virginidad con Derek, su exnovio, hacía ya bastante tiempo, y habían seguido teniendo relaciones durante sus años de carrera sin mucho problema. Pero ella siempre había pensado que ese tipo de cosas debían de hacerse en privado, lejos de los ojos de la gente. Nunca se había imaginado que terminaría viendo a una persona haciéndole un oral a otra a sólo un par de metros de ella; y además que serían dos mujeres...

Le habían advertido que las cosas en la ciudad eran diferentes, pero dudaba que se hubieran referido a algo como eso cuando se lo dijeron.

El jueves por la mañana se sentía un poco más tranquila. Comenzaba incluso a reírse de lo sucedido, y a considerar que a la larga (muy a la larga) incluso se lo contaría a sus conocidos y se reirían juntos de ello. Y aunque de vez en cuando en el trabajo volvía a pensar en eso, ya podía concentrarse mejor en sus labores.

Y hablando de sus labores, cuando la Sra. Manders le dijo que debía apoyar a los reporteros en todo lo que ocuparan, resultó que en verdad era casi todo. Su tarea más usual, y al parecer más importante, era salir y comprarles café, pan, almuerzos, y cualquier cosa comestible que quisieran de las tiendas cercanas al edificio. La segunda labor principal era servir casi de mensajera, llevando papeles y expedientes de un área a otra, de un piso a otro, o a veces incluso de un escritorio a otro aunque estuvieran en el mismo espacio. Y luego de eso, seguían cosas como transcribir las notas de alguien a la computadora, hacer alguna llamada, o incluso recoger la ropa de la tintorería (esto principalmente solicitado por Cynthia).

No era precisamente el trabajo periodístico que esperaba, pero al menos estaba en el sitio donde ocurría todo el trabajo, y esperaba poco a poco ir aprendiendo cosas más útiles. Y al menos de momento agradecía poder concentrarse en tareas intrascendentes y rutinarias.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora