CAPÍTULO 10

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CAPÍTULO 10

Una vez que tuvo todo guardado, Nicole se sentó en su silla a aguardar la llegada del vehículo, mientras revisaba su teléfono con expresión de aburrimiento.

Meditando un poco en el asunto, no era que le molestara tanto el tener que salir tan tarde o ir hasta quién sabe dónde sólo para entregar una libreta. Al parecer, lo que más le molestaba era que a todas luces terminaría llegando a su casa demasiado tarde para llamar a la puerta del departamento 81 sin importunar a su vecina al hacerlo.

Quizás daba igual; era probable que se hubiera acobardado de todas formas.

Unos quince minutos después, le entró una llamada de un número desconocido.

—¿Diga?

—Señorita Nicole, soy su chofer —escuchó que pronunciaba la voz de un hombre al teléfono—. Ya estoy aquí frente a su edificio.

—Sí, ya voy. Gracias.

Colgó de inmediato, guardó su teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón y se dirigió apresurada al ascensor.

— — — —

El camino desde el corporativo de Wexzine hasta el edificio de departamentos de Jaime tomó alrededor de veinte minutos. Para sorpresa de Nicole, terminó siendo un edificio de hecho más alto, ancho y elegante que el suyo. Asomándose por la ventanilla de la parte trasera de su taxi, le resultaba complicado ver la punta.

—Es aquí —le indicó el chofer una vez que se estacionaron frente al edificio, provocando que la joven interna brincara fuera de sus pensamientos.

—Sí, muchas gracias —pronunció justo antes de abrir la manija de la puerta, y saltar fuera del vehículo con todo y su mochila.

—A usted, que pase buena noche.

El vehículo avanzó en cuanto Nicole cerró la puerta, y se alejó por la calle dejando detrás sólo el rastro de sus luces traseras.

Nicole contempló unos momentos la fachada del edificio, intentando identificar por dónde debía ingresar exactamente. En su edificio había un intercomunicador desde el cual podía abrirle la puerta a los visitantes desde su departamento, pero no parecía que fuera el mismo sistema. Divisó tras un rato una pequeña caseta, con un hombre uniformado de guardia detrás de un cristal. Se aproximó cautelosa a ésta, parándose firme delante. El hombre al otro lado alzó sus ojos perezosos hacia ella, sin mucho interés reflejado en su expresión.

—Vengo a ver al señor Jaime Hurt —murmuró Nicole con fuerza para que pudiera oírla.

El guardia se aproximó a un micrófono a su lado, y su voz sonó de forma casi robótica en una bocina colocada en el cristal.

—¿Sabe el piso y número de departamento?

—No, lo siento...

El guardia parpadeó un par de veces, y entonces revisó rápidamente la pantalla del ordenador a su diestra.

—¿Cuál es su nombre? —sonó de nuevo su voz en la bocina.

—Jaime Hurt.

—El suyo, señorita.

—Ah, lo siento —exclamó apenada—. Nicole Gireld.

El hombre observó en silencio su monitor por unos segundos, antes de responder algo más.

—Aquí está, piso 8, departamento 105. El señor Hurt dejó dicho que vendría.

Nicole suspiró aliviada; temía que todo ello se fuera a convertir en una innecesaria complicación.

La Chica del Otro BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora