❤︎𝙼𝚊𝚐𝚒𝚊

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ℂ𝕦𝕒𝕥𝕣𝕠 𝕒𝕟̃𝕠𝕤 𝕕𝕖𝕤𝕡𝕦𝕖𝕤.

𝙼𝚊𝚛𝚣𝚘 𝚝𝚛𝚎𝚜 1964

—Peter, no me quiero ir de aquí.—le dijo su melliza acostándose en su cama en el cuarto que antes compartían.

Dirán porque antes, la familia había crecido ahora los Pevensie no era el matrimonio y sus dos hijos, ahora eran Helen y Santiagos con sus tres casi cuatro hijos, los mayores eran los mellizos Violett y Peter de cuatro años ambos con ojos azules y piel blanca, lo único que cambiaba era su cabello Peter era rubio, mientras Violett era castaña clara casi llegando a rubia. Luego estaba Susan de tres años, nació un año después de la llegada de los gemelos, su cabello era castaño oscuro y ojos azules, algunos dirían que con quien más tiempo pasaría sería con Violett, pero no era así...

Los niños eran cuidados por sus abuelos, mientras sus padres llegaban con su nuevo hermano, lo que les habían dicho sería un niño, esa era la razón de su separación, sus padres decidieron que lo mejor era que las niñas durmieran juntos y los niños juntos, ya que no tenían mucho dinero para una casa más grande, en esa vivienda solo les quedaba un cuarto libre, así que decidieron dejarlo como la habitación de invitados.

—No te preocupes, estamos al lado siempre serás mi alma gemela.—fue lo que le dijo su hermano.

—¿Me lo prometes?.

—Te lo prometo.—y esa promesa fue sellada con el juramento del dedito.

—Papi y mami llegaron.—les dijo Susan entrando al cuarto y empezó a bajar corriendo las escaleras.

Los mellizos se tomaron de la mano y siguieron a su hermana escaleras abajo, encontraron a sus padres en la puerta con un culto en la mano.

—Violett, Peter, Susan vengan a conocer a su hermano Edmund.—Les dijo su padre.

Los tres niños se acercaron y les mostraron a un bebé regordete, con mucho cabello y vestido con ropas blancas que en su momento fueron de Peter.

—¿Cuando va a jugar?.—pregunto Peter.

—Tendrás que esperar pequeño.—le dijo su abuela a sus espaldas.

—¿Mami podemos jugar afuera?.—pidió Susan.

—Si tu padre los cuida.

—Vamos niños.

Susan tomó la mano de su hermano y salió corriendo, dejando a Violett hay con los mayores, a los adultos se les hizo raro el gesto de los niños.

—Ven cariño, vamos a que juegues con tus hermanos.—dijo Santiago extendiendo su mano.

—Si papi.—fue la respuesta que le dio La Niña.

Ambos salieron y encontraron a los otros hermanos jugando con una pelota, Violett fue a jugar con ellos pero sucedía algo sus hermanos la ignoraban, no le pasaban el balón y cuando lo conseguía Susan se lo quitaba de las manos, y Peter nunca hizo nada como si la promesa no hubiera importado.

Violett ya cansada y con lágrimas en los ojos fue al patio trasero de la casa, donde había un árbol y se puso a llorar, el padre a haber visto todo mando a sus hijos adentro de la casa y el fue a donde fue su otra hija. Lo que vio le partió el alma su primogénita estaba llorando con la cabeza metida entre las piernas, el llegó y se sentó a su lado y la abrazo.

—¿Por que llora mi princesa?.

—Peter y Susan no quería que jugara con ellos.—dijo y se secó las lágrimas que había caído.

—Hablaré con tus hermanos, pero no debes llorar por eso, son ellos lo que se lo pierden, ahora no llores y vamos con tu hermanos.

La Niña aún no quería ver a sus hermanos así que tomó una hoja que cayó del árbol y la vio fijamente y lo que sucedió fue sorprendente, la hoja flotó y se fue convirtiendo en una pequeña flor amarilla, La Niña sacó la sonrisa más radiante mientras su padre veía todo con sorpresa, desde el momento de su nacimiento y el accidente nunca había vuelto a suceder algo así.

𝙻𝚊 𝙷𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚊 𝙱𝚛𝚞𝚓𝚊 𝙳𝚎 𝙻𝚘𝚜 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora