Estados Unidos de América tenía dos reglas importantes:
1.- No te metas en escándalos.
2.- No te acerques a Rusia.
Y había roto las dos en menos de una hora.
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Al igual que otras parejas, Rusia y USA tenían problemas, pero siempre los solucionaban casi de inmediato. Esta vez no había sido así. Semanas pasaron sin cruzar una sola palabra o enviarse algún mensaje. USA quería verlo, pero sabía que iba a acabar mal si hablaba con él en ese momento.
Examinó rápidamente su habitación y se sintió asqueado de sí mismo. Estaba todo desordenado. Tuvo ganas de levantarse y tirar todas sus cosas debido al estrés que le causaba verlas así. Ironía pura: estresarse por la suciedad de la habitación y no querer limpiar.
Mucha de su ropa estaba amontonada en una silla y el rubio no tenía ni idea de si estaba limpia o sucia. Sus zapatos tirados en el suelo en lugar de la repisa donde se suponía que iban. Por lo menos su tocador seguía medianamente ordenado.
Tocaron la puerta de su habitación y cuando dio la autorización, su abogado entró. Se acomodó rápidamente y evaluó la situación. Le dio una mirada de desaprobación y se sentó en la cama tras patear una bolsa de basura lejos de su pulcro calzado.
―El auto está listo, nos vamos en diez.
Sinceramente USA no quería ir a la reunión con su gobierno, pero tampoco quería ver enojado a Stephen.
Últimamente el humano parecía enojado por todo y USA temía que si intentaba un poco a su suerte, Campbell terminaría golpeando. Soltó una breve risa, Stephen odiaba que lo llamara por su apellido. Decía que detestaba estar relacionado a su padre.
Entendía la irritabilidad de su representante, si la vida de su hermano estuviese en riesgo y sólo pudiera ser salvada por un tratamiento que ni siquiera sabían si era confiable, USA también estaría así.
Se volvió a recostar en la cama y tras algunos minutos, se levantó para darse una ducha.
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Rusia esperaba que esto mejorará el ánimo del estadounidense. Sabía que le encantaban los dulces y por eso, llevaba varias bolsas con ellos para regalárselos. Deseaba poder solucionar las cosas con él.
Tocó la puerta de su casa y esperó. Estaba nervioso, lo admitía, pero podía soportarlo. Era su novio.
No tardaron en abrirle y se sorprendió al ver a Washington ahí. Creía que él vivía en otro lugar.
