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Rusia estuvo enfurruñado todo el día, soltando groserías y malos deseos para Noruega a cada segundo

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Rusia estuvo enfurruñado todo el día, soltando groserías y malos deseos para Noruega a cada segundo. Bielorrusia y Noruega habían regresado de su luna de miel tras un par de meses y Rusia detestaba, aborrecía, despreciaba pensar en lo que sucedió todo ese tiempo.

Era culpa de Austria, quien fue invitado de Alemania y lo llevó a su casa una noche antes para cenar.

«Todos saben lo que los novios hacen en su luna de miel. Yo que tú, me preparó para ser tío.»

¿ONU lo regañaría si invadía territorio austriaco y noruego?

A decir verdad, estuvo enojado durante la última semana y ahí si fue culpa suya... más o menos. Y es que quería volver a hablarle a Estados Unidos, deseaba enviarle un mensaje para preguntare como estaba o si le gustaría salir alguna vez como amigos. Se negaba a perder su amistad con el mayor y dado que Nicolay no estaba a su cargo ese mes, Rusia podía vivir tranquilo.

Estaba frustrado por ser tan cobarde.

Alec sabía lo ocurrido, y Rusia también tenía conocimiento de esto, aunque nunca se dieron el tiempo para hablarlo. Bueno, a decir verdad, su abogado lo intentó muchas veces, sólo que Rusia siempre evitaba el tema. Le avergonzaba admitir que un simple humano lo llegó a manipular a un nivel en que rechazó al estadounidense y que ahora no había forma de arreglarlo.

Juntemos eso y lo dicho por Austria y daba por respuesta a un Rusia malhumorado a nada de invadir medio continente.

Incluso Alemania, que se quedó a dormir para acompañarlo al aeropuerto, temía pasar a su lado y molestarlo.

Si Rusia fuese un dibujo animado, el alemán estaba seguro de que su mejor amigo estaría soltando humo por las orejas. Era adorable y terrorífico al mismo nivel.

―¿Cuánto tiempo se van a quedar?―Rusia preguntó al matrimonio entre dientes mientras su chofer comenzaba a conducir. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y su ceño estaba fruncido.

―¿Por qué? ―Noruega se volteó desde el asiento de adelante―. ¿Te molesta que nos quedemos?

―En lo más mínimo. ―Forzó una sonrisa.

―Minsk y Almatý han estado muy juntas estos días. ―Aleksey se asomó desde la parte trasera―. Mira Bielorrusia, te vas unos días y tu asistente ya se consiguió novia.

Bielorrusia soltó una risa. ―¿Sabías que ellas están planeando hacer pareja a Kiev y Moscú?

―¿Reamente?―encaró una ceja―. ¿Qué edad tienen para estar jugando a eso?

Alemania inclinó su cabeza en su dirección.

―¿Qué edad tienes tú, Aleksey?―preguntó.

―¿Yo?―se sonrojó y agitó su mano―. Ay, eso no se pregunta.

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