Estados Unidos de América tenía dos reglas importantes:
1.- No te metas en escándalos.
2.- No te acerques a Rusia.
Y había roto las dos en menos de una hora.
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Nunca creyó que podría despertar de esa manera, habiendo hecho el amor con su novio la noche anterior. USA dormía plácidamente tendido en la cama. Su pecho permanecía descubierto.
Rusia acarició su rostro con parsimonia y una increíble calma. Dejó un beso sobre su frente y lo envolvió en un abrazo, provocando que la sábana se moviera un poco, dejando a la vista el tatuaje del americano.
Pasó sus dedos por encima, trazando cada línea.
Lo envolvió en un abrazo, aspirando su aroma.
Cuando el mayor abrió sus hermosos ojos azules Rusia juró que su corazón se detuvo. ¿Por qué era tan atractivo? ¿Cómo tuvo la suerte de poder estar a su lado?
―Buenos días― dijo.
USA bostezó y se dio la vuelta sobre el brazo del menor, quedando boca arriba. Luego se acomodó de vuelta y dejó un casto beso en sus labios.
―¿Quieres desayunar? ― le preguntó sonando adormilado.
―Bueno.
Rusia se puso de pie, alcanzando su pantalón en el suelo. Vio de reojo a su novio y le pasó algo de ropa limpia para que pudiese ponerse. Dejó otro casto beso en su nariz y salió de la habitación.
Bajó por las escaleras mientras revisaba su celular, notando de inmediato que tenía cinco llamadas perdidas de Aleksey y dos de Moscú. Dios, Moscú. El tipo era todo un caso.
Todavía era temprano, así que haría algo simple para comer.
La flojera le llegó de pronto y el cereal arriba del refrigerador se vio tentador por medio segundo, pero no, debía complacer a su novio por lo menos en esto.
Se preguntó que quería desayunar justo en el momento en que volteó y USA ya estaba ahí, de pie frente a él.
Examinó su cuerpo con calma, aguantándose las ganas de preguntarle si le dolía algo.
Detuvo sus ojos en el vientre del menor y luego en su tatuaje, hasta que el rubio se dio cuenta y soltó una risa.
―¿Qué significa?―preguntó al mismo tiempo que el mayor se ponía una camisa.
―Nani ke ola, ʻoi aku ka maikaʻi o nā mea a pau―USA levantó la camisa para mostrar lo que leía y sonrió―. La vida es bella, todo siempre mejora.
Rusia frunció el ceño y lo miró atentamente.
―¿Por qué te tatuaste eso?
―Me traté de suicidar una vez―confesó.
El eslavo separó los labios, viéndose sorprendido y soltó un jadeo.
―¿Por qué?
―Maté a mi novio por culpa de mi gobierno y no lo soporté.―Sus ojos brillaron llenos de tristeza y Rusia decidió que no preguntaría más.
