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USA terminó de abrochar la camisa blanca y se miró detenidamente al espejo, examinando que tal se veía en ese traje azul

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USA terminó de abrochar la camisa blanca y se miró detenidamente al espejo, examinando que tal se veía en ese traje azul.

Lucía bien, sin embargo, subió de peso. 

OMS y Suiza iban a estar rebosantes de alegría cuando se enteraran. Siempre lo molestaban con su peso, diciendo que debía subir algunos kilos.

Tampoco es que él quiso engordar en un inicio, pero teniendo a un Gustavo depresivo que gastaba su tiempo libre cocinando pastellios y caramelos para no pensar en Suiza, bueno, USA pudo ganar uno o tres kilos más.

Pasó las manos por sus piernas y luego las subió hasta su abdomen y su pecho. Quizá con el saco no se notaría tanto.

¿Por qué de todo su cuerpo sólo se juntaba la grasa en su abdomen?

Había tenido ese problema toda su vida y por eso detestaba verse desnudo frente a un espejo.

Sus piernas, brazos y el resto del cuerpo nunca pagaban sus decisiones por comer de más.

Sacudió la cabeza y dio varios pasos en dirección contraría. No debía pensar en eso. Esa etapa la superó hace mucho.

Pero...

Lentamente desabrochó cada botón de su camisa, uno por uno, revelando cada vez más lechosa piel. Se detuvo a mitad de sus costillas. Realmente no quería ver que tanto engordó.

Se mordió el labio inferior y, armándose de valor, USA terminó de abrirla.

Deslizó la prenda por sus hombros, hasta que cayó al suelo en un silencioso golpe.

Volvió su cuerpo lentamente en dirección al espejo y sintió que sus ojos se aguaban.

Él realmente...

―¿Qué estás haciendo?―Rusia se apoyó en el marco de la puerta y observó los movimientos de su pareja.

Ambos se estaban preparando para la fiesta que ONU daría en la noche en el salón de la isla. Representaciones de cualquier tipo estarían ahí, incluso algunos humanos cercanos a ellos asistirían.

Él se había estado alistando tranquilamente en la habitación para huéspedes mientras USA se quedaba en su cuarto, pero Rusia no tardó en notar lo mucho que tardaba.

USA bajó la mirada al suelo y rápidamente tomó la camisa para cubrirse un poco.

El euroasiático entró y se aproximó a él mientras el mayor volvía a acomodarse la ropa.

Rusia sujetó sus manos, sin darle la oportunidad para terminar de vestirse.

―¿Qué tanto engordé?―USA cuestionó mirándolo a los ojos―. Se honesto.

Los ojos del pelinegro se abrieron un poco y sus labios se separaron en señal de sorpresa. ¿De qué hablaba USA?

―¿Es por esto que últimamente cuando hacemos el amor te niegas a encender las luces?―entrelazo sus dedos.

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