66

545 89 28
                                    

La culpa e impotencia que Suiza sentía en ese momento no se podía describir con palabras, tal vez ni siquiera con movimientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La culpa e impotencia que Suiza sentía en ese momento no se podía describir con palabras, tal vez ni siquiera con movimientos. ¡Él se había alejado para no sufrir por Gustavo y para que viviera plenamente! Y ahora su enfermedad volvió, y al parecer, peor.

Eso no era justo.

Gustavo era un chico maravilloso que no merecía pasar por esas situaciones. Él creyó que el humano sería feliz con sus amigos. Estuvo equivocado.

Con el chico delante de él, mirando el piso con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho, era casi imposible para el suizo no sentir su corazón latir rápidamente. La camisa azul de Gustavo estaba manchada de unas pocas manchas de sangre que se quedaron ahí cuando el humano vomitó en el consultorio.

Suiza dio una vuelta sobre sí mismo, buscando las palabras para empezar.

El pelirrojo movió una de sus piernas inquietamente, diciéndole a la representación que en realidad no quería estar ahí.

―Te voy a mandar a hacer unos exámenes de sangre―dijo por fin― mañana ven en ayunas, por favor.

―Bien.

Suiza tragó saliva.

Gustavo no estaba para nada receptivo y tampoco se veía con ganas de cooperar.

―Mira, Gus...―empezó al cabo de unos segundos―... sé que lo arruiné al dejarte, pero entiéndeme, yo creí que estaba haciendo lo correcto.

―Dejándome―rio.

―Era lo mejor, Gus, la vida de un humano es...

―Corta―lo interrumpió al notar que no era capaz de decir ese hecho―. Lo sé, Suiza. Pero... ¿no es mejor pasar el tiempo que tenga estando juntos?

―No quiero sufrir de nuevo―cerró los ojos.

―Lo siento si te hago sufrir.

Suiza se movió inquieto alrededor del escritorio.

―No eres tú como tal, son todas las cosas que están pasando. Te amo, ¿si?, pero tengo miedo de despertar una mañana y enterarme de que tú ya no estás con vida. Estás siendo egoísta conmigo.

―Lo siento.

Suiza sacudió la cabeza.

―Yo también lo siento―relamió sus labios―te dejé de una forma cruel y ahora... no, lo siento.

―Dijiste que en ayunas, ¿verdad?―se puso de pie listo para irse. No quería estar ahí más tiempo―. Nos vemos, Suiza.

 Nos vemos, Suiza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|| On The Ground ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora