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Habían perdido la noción del tiempo mientras permanecían recostados en aquella cama en territorio alemán

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Habían perdido la noción del tiempo mientras permanecían recostados en aquella cama en territorio alemán.

Alemania pasaba sus dedos por la delgada espalda de su novio que miraba atento su celular y tecleaba, seguramente respondiendo un mensaje. Sus dedos se movían a lo largo de su cuerpo, trazando figuras imaginarias. 

Uno de los rubios mechones de pelo le impedían ver sus lindos ojos, así que lo acomodó detrás de su oreja para poder apreciarlos.

Kazajistán levantó la mirada ante ese movimiento, mostrándole lo que tanto quería ver. Sus cautivadores y comprensivos zafiros, deseosos de aprender, que lo miraban con tanto amor que Alemania creía que podía morir.

―¿Qué pasa?―preguntó el menor.

―Voy a salir  con tu hermano―sonrió.

―¡Que adorable!―se burló―. ¿Tendrás una cita con Rusia? ¿Van a tomarse de las manos y confesar su amor después?

―Planeamos huir a La India en la madrugada―dijo seriamente siguiéndole la broma― ahí nos casaremos, tendremos una granja y criaremos vacas.

―¿Qué se puede hacer?―el kazajo fingió resignación―. El amor.

Alemania rio, presionó un beso en la frente del menor y le dio un último apretón antes de soltarlo para ponerse de pie.

―¿Dónde van a verse?―preguntó Kazajistán.

―No te preocupes―presionó sus labios sobre los de él―. Regresaré antes de que vayas a dormir, Rus vino a mi territorio.

―Bueno―hizo una pausa― supongo que entonces dormiré un poco más.

Alemania asintió en su dirección. Alcanzó sus pantalones que permanecían tendidos en el suelo después de la larga noche que pasaron juntos. 

Debía darse una ducha, el aroma de Kazajistán estaba impregnado en su propio cuerpo. No es que eso le disgustara, pero Rusia probablemente lo molestaría toda la salida por eso.

Hacía mucho no pasaban tiempo juntos, demasiado de hecho. Entre asuntos con su gobierno, sus familias y sus parejas, poco les quedaba para organizar algo. Eso, y agregando el hecho de que vivían relativamente lejos.

Quizá pasaron meses enteros antes de que pudieran reunirse sólo ellos dos.

En una de las últimas salidas que tuvieron antes de que la situación con Dinamarca y América empezara, resultó con ellos yendo a un bar y bailando encima de una mesa. Porque Rusia era un mal borracho, y Alemania una persona manipulable en estado de ebriedad.

Bielorrusia estuvo cuidando de ellos dos el resto de la semana hasta que se recuperaron del dolor de espalda, cuello y brazos que obtuvieron cuando se rompió la mesa.

Y antes de eso, ambos dieron un paseo por el bosque. Lástima que no duró mucho a causa de un oso que llevaba semanas sin comer. Los persiguió durante horas, hasta que Alemania sugirió que se arrojaran a un lago congelado. 

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