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Las peleas entre Gustavo y Suiza no tendían a durar mucho, la razón principal de esto era que tenían que verse para llevar a cabo el tratamiento

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Las peleas entre Gustavo y Suiza no tendían a durar mucho, la razón principal de esto era que tenían que verse para llevar a cabo el tratamiento. La última que tuvieron una fue hace cinco meses, justo cuando Rusia y América revelaron su relación al mundo y ahora, Gustavo creía que todo iba bien entre ambos.

Su salud mejoró en gran medida y por querer evitar incomodidades, no volvió a mencionar el tema del embarazo.

Gustavo seguía estudiando y el poco tiempo que le quedaba, lo usaba para estar con la representación. No quería decirlo en voz alta, ni mucho menos en presencia de Suiza, pero estaba irremediablemente enamorado de él.

Amaba su sonrisa, su voz, la manera en que actuaba. Amaba que se preocupara tanto por sus pacientes, lo lindo que podía llegar a ser cuando estaban juntos.

Lo único que le llegó a molestar en un inicio fue que el mayor se negaba a ser el pasivo con él. Afortunadamente, ambos llegaron a un acuerdo donde lo probarían y si no les gustaba, no volverían a hacerlo.

Gustavo ya sabía que Suiza había estado de esa forma con alguien en un punto con alguien, cosa que se le hizo extraña por la manera en que actuaba con respecto a eso, sin embargo, nunca le dio tantas vueltas al asunto.

Sus manos acariciaron el cuerpo del mayor, deslizando los dedos por su columna vertebral, causándole escalofríos mientras entraba suavemente en su interior, soltando un suave jadeo mientras sus paredes lo apretaban.

Suiza abrazó al menor y envolvió sus piernas en su cintura cuando Gustavo terminó de entrar en él.

Gustavo apoyó las manos sobre la acolchada cama a la vez que le pedía al hombre sobre sus piernas que se moviera.

Soltó un profundo gemido cuando Suiza agarró sus mejillas y los fundió en un beso para comenzar a mover su cadera.

El humano peinó el cabello de su amante hacia atrás para ver sus hermosos ojos azul bebé. Trazó una línea sobre el pálido pecho con su índice hasta llegar a su vientre bajo y luego tomó su miembro. Suiza mordió sus labios al sentir sus hábiles dedos acariciarlo.

El suizo siguió dando pequeños brincos en el pene del menor, haciéndolos gemir en voz baja.

Acercó sus rostros de vuelta al notar ese cosquilleo volverse más intenso conforme pasaban los segundos, avisándoles sobre su próximo orgasmo. Gustavo aumentó el ritmo de sus toques y él mismo también comenzó a mover su propia cadera para apresurar el clímax de su amante.

Se dejó caer sobre la cama cuando las paredes del rubio se apretaron todavía más alrededor de su pene, llevándolo también a la cima de su gozo.

Suiza cayó sobre su pecho y se acomodó sobre él para estar cómodo, provocando que el miembro del pelirrojo se saliera de su interior junto a algunas gotitas de semen.

Guardaron silencio un par de minutos mientras trataban de regular su respiración.

Suiza dejó un beso sobre su pecho y miró a la nada.

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