99: Final

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Cuatro años después

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Cuatro años después

Suiza había ido ese día a visitar a OMS después de ir al cementerio y dejarle flores a Gustavo. Su hijo tenía una consulta ese día. Había estado evitando ese momento desde su nacimiento, pero algún día tendría que hacerle frente. Y ya habían pasado tres años.

Estaba nervioso. En unos minutos descubriría si Mathias era un humano o tenía el gen de las representaciones.

Estaba tratando de ser positivo y decir que su hijo estaría siempre para no morir de angustia mientras OMS lo revisaba.

La organización tenía los resultados en una carpeta amarillenta que lo hizo tener un recuerdo: la vez que conoció a Gustavo.

A veces sentía que su antigua pareja vivía dentro de su hijo, pues eran muy similares físicamente. Salvo la forma de sus labios y nariz, el resto era básicamente una réplica de Gustavo.

Vio los ojitos de su hijo mirando muy atento los movimientos de OMS. estiró su manita hasta tomar el lapicero rosa en el escritorio y trató de meterlo a su boca, pero no pudo cuando Suiza se lo quitó.

—¿Y? ¿Qué tal?— Suiza preguntó a OMS con su joven hijo contra su pecho. Tenía su brazo por debajo del cuerpecito del niño, acurrucandolo con cariño.

—Mathias tiene un gen P— anunció seriamente, mirando fijo a su compañero.

—Eso quiere decir que él...— pegó aún más al menor en su pecho.

—Si —sonrió—. No tiene genes humanos que lo hagan mortal. Pero me gustaría revisar cómo está de peso y altura.

Suiza arropó a Mathias sobre la camilla mientras OMS lo miraba atento.

El menor se acercó a Suiza y se colocó a su lado, peinando el poco cabello que el bebé tenía.

—Suiza... — llamó

—¿si?

—¿Puedes voltear?

Suiza giró un poco su cuerpo, lo suficiente como para ver al otro hombre.

—¿Qué sucede?

Y antes de alcanzar a analizar que sucedía, OMS besó a Suiza. Sujetó con cuidado su barbilla y dejó apenas un roce de labios.

No duró más de tres segundos pero fue suficiente para dejar sin palabras al mayor.

El europeo llevó un par de dedos a sus labios y mordió el inferior de ellos.

Mathias vio a su padre con curiosidad y soltó una risa.

—Lo siento —se disculpó con una ligera sonrisa que le hizo saber al otro que en realidad no lo lamentaba.

—No, está...bien.

—¿Voy a tener un nuevo papá?

Suiza enrojeció ante las palabras de su hijo.,

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