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Gustavo se movió alrededor de la sala donde Suiza trabajaba, viendo los cuadros e imágenes colgados en la pared

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Gustavo se movió alrededor de la sala donde Suiza trabajaba, viendo los cuadros e imágenes colgados en la pared. Métodos anticonceptivos, exámenes de vista, certificados y una imagen de los aparatos reproductores.

Se acercó curioso a esta al notar una tercera que estaba cubierta por una tela roja. Volvió su cuerpo en dirección del mayor y buscó las palabras para hacerle esa pregunta que llevaba tiempo queriendo hacer.

Metió las manos a sus bolsillos e hizo un poco de fuerza.

Al notar el silencio, Suiza levantó la cabeza y lo miró fijamente.

―¿Sucede algo?

―No―dijo.

Suiza enfocó sus ojos en donde se encontraba parado pero decidió no darle mucha importancia.

―¿Cuánto tiempo tienes de vacaciones?―preguntó.

―Como un mes―dijo―. Voy a ir con mis amigos a España la próxima semana, ¿vienes?

Recién acababa de terminar su primer semestre en psicología y quería aprovechar sus vacaciones con su... ¿amante? ¿le podía decir así?

Suiza mordió sus labios y bajó la mirada. ¿Por qué se sentía tan mal de repente? ¿Por qué le molestaba que Gustavo saliera con sus amigos y él? Muy en el fondo sabía la respuesta, pero se negaba a aceptarla.

―No puedo―mintió―el bebé de Sudáfrica tiene una cita el lunes y el resto de la semana estaré ocupado.

―¿Si?―se inclinó un poco sin creer en sus palabras―. ¿Qué harás?

―España tiene una "crisis existencial"―hizo comillas con los dedos―y dado que Portugal está enojado con él, debo ir a verlo.

―¿No salía él con Reino Unido?―preguntó volviendo a las imágenes del cuerpo humano.

―Si―respondió viendo directamente hacia donde el menor caminaba―. Podré ser amigo de España y apoyarlo en esta ocasión, pero sé que no va a ser feliz mucho tiempo con Reino Unido.

―¿Por qué dices?

―Porque tanto como Reino Unido como España también tienen sentimientos por Portugal y, o no se han dado cuenta, o no quieren aceptarlos. Lo mismo ocurre con Portugal―suspiró―. Esto es un desastre.

El humano no dijo nada más y siguió recorriendo la habitación.

Suiza se encogió de hombros para volver al trabajo.

―Escuché que cualquier representación era capaz de concebir―Gustavo dijo después de un rato. Se giró hacia el mayor y lo vio de una manera en que Suiza se asustó y cerró las piernas de forma automática.

―No, ni lo pienses―levantó la voz―. Ni siquiera es posible entre un humano y una representación.

Gustavo estalló en risas y se acercó a él para sentarse delante y cubrir su boca con ambas manos.

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