Estados Unidos de América tenía dos reglas importantes:
1.- No te metas en escándalos.
2.- No te acerques a Rusia.
Y había roto las dos en menos de una hora.
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Cuando de invitados no deseados se hablaba, Escocia siempre se llevaba el primer lugar. Y justo esa mañana, USA se vio obligado a recibirlo en su casa, estrecharle la mano como viejos amigos que no se veían hace un tiempo, ignorando por completo que se odiaban y teniendo que fingir que no quería lanzarlo por la ventana más próxima.
¿Por qué? Bueno, todo podía resumirse en que fue a hacer una revisión de como estaban viviendo los hijos de Francia, sobre todo, teniendo en cuenta que era la segunda vez que veía a Canadá con el corazón roto en tan poco tiempo.
Escocia siempre le tuvo una enorme preferencia a Canadá. Nunca lo hizo practicar tanto como a él, y si lo obligaba a hacerlo era porque ya no aguantaba las quejas de Inglaterra. Cuando el pequeño canadiense, en ese entonces Acadia, practicaba su caligrafía o sus modales, el escocés siempre le hablaba con cariño, paciencia y amor; tal y como si fuese su propio hijo.
Ahora le daba risa, pero en ese entonces la joven colonia lloraba mucho. Mientras que Thirteen era regañado y golpeado en las manos por tomar un cubierto equivocado, Acadia era animado y hasta a veces elogiado por hacer exactamente lo mismo.
Thirteen intentó odiar a su hermano mayor, pero no pudo, su corazón no se lo permitió, porque al final del día, el primogénito de Francia y Reino Unido siempre iba y lo ayudaba para tratar de mejorar, le vendaba sus manitas y le cantaba canciones para dormir.
Canadá jamás pasó reales malos tratos en esa casa, posiblemente esa fue la razón por la que nunca buscó una independencia como tal.
Ya había pasado antes una situación como esta, donde Escocia hacía visitas sorpresa, pero en las otras veces el canadiense estaba ahí para salvarlo. Canadá tenía casi un sexto sentido para saber que su hermano estaba en problemas, problemas causados por Escocia. Era casi como si una batiseñal se encendiera cuando ocupaba ayuda.
No pudo evitar reír al imaginar a Canadá vestido de Batman.
Barrió con la mirada al escoces, empezando a buscar puntos débiles a los cuales atacar en caso de ser necesario.
USA hubiese preferido que Rusia no estuviera ahí para ver la posible masacre, pero bueno, luego podría llevarlo a un psicólogo.
Escocia se movía de un lado a otro, como buscando alguna imperfección en el hogar del americano que le dijera que era una mala influencia para Canadá.
Barrió el dedo índice sobre la mesa del comedor, lo vio y gruñó al no encontrarlo lleno de polvo como esperaba.
―¿Dónde voy a quedarme?―preguntó el europeo después de varios minutos de silencio―. Tu padre dijo que me quedaría contigo porque él está muy ocupado con sus novios y Francia está tan enfermo que ni Italia lo aguanta.
«Al parecer ser irritables cuando se enferman es de familia» pensó Rusia en el fondo de la cocina mientras comía algo de cereal con leche, aunque de hecho parecía totalmente lo contrario: casi nada de leche y demasiado cereal.
―Novio―USA corrigió―papá sale con España.
―Novios, niño, novios―corrigió el escoces.
USA suspiró. Escocia siempre fue tonto. ¿Cómo Reino Unido iba a tener dos novios? ¡No pudo ni mantener a Francia!... Pensándolo bien, Francia era difícil de mantener, pues se aburría con facilidad de las cosas y era muy exigente.
¡Bendito sea Italia por aguantarlo!
―Creo que vas a ser hermano mayor de nuevo―se burló el europeo―. La última vez que Francia estuvo así de enfermo fue cuando estaba embarazado de ti.
―¡Ay, por Dios, no!―USA gritó lleno de horror. No quería un nuevo hermano.
Rusia se puso de pie tras dejar su plato en el lavadero. Hoy le tocaba lavar los trastes a USA.
Caminó a la salida con una llamada entrante y le dio una sonrisa a su novio, dándole a entender que en un momento volvía.
Era Dinamarca.
Las cosas parecían no mejorar. Las negociaciones gubernamentales por el futuro de Freya continuaban y mientras eso ocurría, la familia nórdica y la eslava seguían en contacto por el cuidado de la niña.
Al principio USA no entendió por qué tanto problema, hasta que su amado novio se tomó el tiempo de explicarle: Dinamarca y Rusia no querían estar detrás del gobierno de sus fallecidos hermanos, ellos buscaban criar a la niña, quien era el único recuerdo que tenían de ellos.
―¿Y entonces dónde me voy a quedar?―Escocia lo sacó de sus recuerdos. Lo miró con una incógnita en el rostro y cruzó los brazos―. Responde, niño, no me hago más joven.
―Tienes como mil años, cálmate―USA comenzó a caminar al segundo piso para enseñarle donde dormiría. Si fuera por él, el estadounidense clavaría cuchillos en el colchón para que el escocés durmiera sobre ellos, pero dudaba que la idea le agradara a Francia.
―Te mandaría a dormir con las ratas, pero no soy tan malo como para que las ratas tengan que soportar eso―dijo al abrir la puerta del cuarto― ve y muere tranquilo.
―Que considerado―gruñó.
USA le cerró la puerta en la cara y dio media vuelta para salir de ahí.
―¿Vas a invitarme a tu boda, verdad? ¡Inglaterra se enojará si no lo haces!―gritó.
El americano paró en seco. ¿Cómo sabía? Tanteó el dedo anular y sintió el pequeño anillo ahí.
Entornó los ojos.
―¡Oh, por supuesto que no irás!
―¡Claro que sí iré! ¡Yo te vi llegar a este mundo todo húmedo, arrugado y feo! ¡Obvio iré!
―¡Qué no!
―¡Sí!
―¡No!
USA sintió un agarre en su muñeca y soltó un respingo al notar a Rusia.
―Déjalo ir―dijo― lo ponemos de piñata.
El mayor comenzó a reír a grandes carcajadas, soltando una que otra lágrima. Nunca entendía las fiestas mexicanas, pero por lo que su amigo dijo, las piñatas se ocupaban en los cumpleaños. Rusia se obsesionó con ellas desde la primera vez que las vio.
―Créeme, así lo pongo hasta en primera fila.
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